Los siete pecados capitales de los inversionistas

Han pasado casi cinco años desde lo peor de la crisis financiera de Estados Unidos, y los inversionistas han aprendido mucho desde entonces, o por lo menos eso es lo que se cree.

Según psicólogos y asesores financieros, poco ha cambiado en cuanto a la conducta de los inversionistas, quienes siguen cometiendo el tipo de errores que los han metido en problemas durante décadas. Se dejan deslumbrar por la última tendencia, quieren seguir a las masas y simplemente parecen pasar por alto los detalles importantes, como las altas cuotas anuales que cobran muchos fondos mutuos.

Hay formas de evadir estos tropiezos. Los inversionistas necesitan un plan concreto y de rápida acción para sus objetivos de inversión, necesitan encontrar a un asesor financiero o familiar de confianza que los ayuden a sopesar sus decisiones y deben dejar de prestarle tanta atención a los eventos de corto plazo que son noticia.

A continuación, los siete pecados capitales de la inversión y cómo evitarlos.

La lujuria: seguir el desempeño reciente

La creencia del inversionista de que el desempeño reciente determinará el desempeño futuro es una de las mayores trampas en las que cae, dicen los expertos.

«La gente tiende a invertir en algo a lo que le ha ido bien recientemente», señala Terrance Odean, profesor de finanzas en la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de California en Berkeley.

Antes de la crisis financiera, los inversionistas se metieron de lleno en el mercado inmobiliario, convencidos de que los precios de las viviendas nunca se debilitarían.

El ejemplo más reciente es el oro. El metal tuvo una racha alcista incluso antes de la crisis, y los inversionistas se abalanzaron hacia él. Un factor importante fue la gran atención que el oro de pronto recibió en todos los medios.

Para combatir esta conducta, los asesores indican que es importante estudiar los precios y el desempeño histórico de las inversiones populares. En vez de estudiar solo los precios de los últimos meses o años, observe periodos que daten de al menos 10 años atrás, y a veces más. Por ejemplo, los precios del oro han estado subiendo desde 2001, pero en el largo plazo se han rezagado frente a las acciones y apenas han mantenido el ritmo de la inflación.

La soberbia: demasiado confiados

Los inversionistas, especialmente los novatos, suelen pensar que saben mucho más de lo que realmente conocen sobre una inversión particular, afirman los psicólogos y asesores.

«Nuestra opinión sobre nosotros mismos es demasiado alta», dice Odean, el profesor de finanzas. «Todos necesitamos una dosis saludable de desconfianza en uno mismo y humildad».

La mejor forma para que los inversionistas controlen su exceso de confianza es asegurarse de tener a una persona imparcial con la que puedan hablar sobre sus ideas de inversión. Esta persona podría ser un asesor financiero o un amigo cercano o familiar que no se vea afectado directamente por ninguna decisión.

Pereza: pasar por alto los costos

Los inversionistas a menudo simplemente no prestan atención a los detalles. Considere su disposición de invertir en fondos mutuos caros que no tienen buen desempeño, dice James Choi, un profesor asociado de finanzas en la Escuela de Administración de Yale.

Los inversionistas, atraídos por el nombre del gestor de un fondo o el desempeño reciente, no se fijan en las cuotas. En lugar de invertir en un fondo que sigue un índice amplio, como el S&P 500, y que cobra una tarifa bajísima, muchos inversionistas a menudo ponen sus apuestas en un fondo gestionado por un seleccionador profesional de acciones que cobra una cuota mucho más alta, afirma Choi.

Pero los fondos más caros tienden a tener resultados inferiores que los más económicos, dice Choi, citando varios estudios.

Envidia: querer formar parte del club

Antes del debut bursátil de Facebook en mayo de 2012, los asesores financieros fueron inundados con llamadas de clientes que querían tener esta acción antes de que saliera al mercado El hecho de que solo había una cantidad limitada de títulos para inversionistas minoristas solo aumentó el furor, indican los analistas.

El deseo de ser parte de una emisión exclusiva a menudo impulsa a las personas a hacer apuestas que no encajan con los objetivos generales de un portafolio. Los inversionistas que colocaron su dinero en Facebook justo después de su salida a bolsa vieron la acción de la empresa descender por debajo de US$20 varios meses más tarde, mucho menos de su precio de salida de US$38. (La acción ahora cotiza en cerca de US$41).

Susan Strasbaugh, dueña de Strasbaugh Financial Advisory en Colorado, que tiene US$100 millones bajo gestión, recomienda abrir una cuenta separada para inversiones como la de Facebook, que no encajan en el portafolio de un cliente, e invertir en ellas no más de 5%.

Ira: no admitir el fracaso

La gente detesta perder dinero. La aversión a la pérdida, como lo llaman los psicólogos, es común. Se vio cuando los inversionistas se rehusaron a vender las acciones de empresas tecnológicas a medida que estallaba la burbuja del sector a principios del 2000, al igual que lo hicieron con las acciones financieras durante la crisis, y como lo siguen haciendo hoy.

«No queremos ser honestos con nosotros mismos y admitir la pérdida», anota Brad Klontz, un psicólogo clínico y profesor agregado de planificación financiera en la Universidad Estatal de Kansas.

Esta forma de pensar puede ser peligrosa. Si se arrepiente de una decisión, podría vender demasiado pronto, pero si no puede aceptar la derrota y los costos de una inversión, podría quedarse con un activo por demasiado tiempo, apuntan los psicólogos.

En vez de solamente investigar las finanzas de una empresa, los inversionistas deben analizar todo el clima económico, dicen los expertos. Si una empresa depende de la recuperación del mercado laboral o inmobiliario para tener buen desempeño, los inversionistas tienen que entender bien el panorama de esos sectores y planear sus inversiones en base a eso.

Gula: vivir el momento

A menudo los trabajadores no ahorran con tiempo de anticipación porque perciben su jubilación como un evento muy lejano. La clave, dice Klontz, es hacerse una serie de preguntas sobre qué estilo de vida quiere llevar cuando se jubile: ¿Cuántos años tendrá? ¿Dónde vivirá? ¿Qué estará haciendo?

Cuando el inversionista observa que solo le quedan 20 o 30 años para retirarse, se siente alentado a aportar más a su plan de jubilación.

Avaricia: seguir a las masas

Cuando la bolsa se vino abajo en 2008, muchos inversionistas huyeron de las acciones. El mismo fenómeno ocurre ahora con el mercado de bonos a medida que los inversionistas se alejan de la deuda, preocupados por el alza de las tasas de interés.

Para combatir el inevitable temor por un declive bursátil u otros eventos adversos, los asesores dicen que es crucial que los inversionistas tengan un plan detallado al cual serle leal independientemente de los eventos a corto plazo. El plan debería delinear su objetivo en cuanto a bonos, acciones y otras inversiones, y estar basado en sus metas de jubilación.

Fuente:

Los siete pecados capitales de los inversionistas

http://online.wsj.com