Un mega acuerdo transatlántico a tres bandas

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Los grandes éxitos requieren de grandes sacrificios. Esta es una de las máximas que bien podrían consideran los países de América y la Unión Europea para lograr el deseado acuerdo transatlántico, puesto que a las dificultades de acercar posturas en relación a productos y mercados se suma el escepticismo generalizado sobre alcanzar una regulación conjunta firme de libre comercio.

Una utopía. Eso es lo que algunos expertos opinan sobre la consecución de un acuerdo tripartita entre Norteamérica, Latinoamérica y Unión Europea. Sin embargo, los beneficios comerciales que podrían obtenerse serían muy altos.

De hecho, según se estima, el acuerdo transatlántico de libre comercio e inversiones entre EEUU y la UE arrojaría para Europa unos beneficios de 119.000 millones de euros anuales.

Ante estas cifras, un macro-acuerdo a mayor escala con otras grandes economías, como Brasil y México, podría aumentar considerablemente las ganancias, para países, empresas y ciudadanos, especialmente para España, con grandes intereses en la región latinoamericana.

No obstante, hay serias dudas de que este acuerdo se pueda alcanzar y, en todo caso, sería a medio-largo plazo:

«Es difícil lograr acuerdos tripartita, pero sin duda, para lograrlos es fundamental considerar a Latinoamérica», afirma Benita Ferrero-Waldner, presidenta de la Fundación EU-LAC.

Problemas

Pese a los grandes beneficios comerciales que podrían traer estos acuerdos, también hay grandes problemas que sobrevuelan sobre estos acuerdos transatlánticos y que podrían surgir a raíz de su consecución:

  • La fragmentación de un comercio mundial debido a las destacadas diferencias que se establecerían entre las regiones unidas por estas regulaciones y las que carecen de estas.
  • La baja repercusión que podría tener para las PYMES y los ciudadanos, por lo que «es necesario incorporar esta problemática, las barreras reales, a los tratados», según José Luis González Vallvé, presidente del Consejo de Promoción Exterior de la CEOE.
  • Y, por último y más importante, la realización de medidas proteccionistas en sectores/productos clave que no permita ese libre comercio y las dificultades para su consecución

La propia experta Ferrero-Waldner sobre ello afirma que «empezar a negociar entre todos no va a ser sencillo», pero «si no es ahora, con la crisis, ¿cuándo lo vamos a hacer?

Oportunidades

Y es que ante la dimensión de semejantes acuerdos las oportunidades se crean de forma natural y masiva, lo que sin duda compensaría sobradamente cualquier inconveniente que pudiera conllevar. En este sentido también se manifiesta Joaquín Roy, director del Centro de Excelencia de la Unión Europea de la Universidad de Miami:

«Tenemos una oportunidad histórica para actuar en el continente americano», señala, aunque considere poco probable que se lleve a cabo este acuerdo, especialmente al tratarse de regiones tan grandes y diversas en lugar de países directamente.

Una ocasión en lo que se refiere a regulaciones únicas para estas regiones que incentivarían el comercio y la inversión recíproca:

«La oportunidad más grande puede ser la simplificación y modernización de los estándares y los acuerdos de cada región», indicaba Tomás Dueñas, embajador y jefe de la misión de Costa Rica ante la UE, durante el seminario Las ‘Américas y la Unión Europea ante los nuevos escenarios en las relaciones comerciales y políticas’, celebrado en la Casa de América.

 «¿Cómo estos mega-pactos van a afectar a la internacionalización de América Latina? Difícil saberlo, pero ya es un paso importante reflexionar sobre ello», reflexiona por su parte Enrique V. Iglesias, secretario general iberoamericano. Un pensamiento que denota y resume la incertidumbre que hay sobre las relaciones comerciales en cuestión.