De niño, eres temerario, creativo y perseverante. Bien canalizadas, esas características te ayudarán a alcanzar el éxito.
Por Steve Tovak
Cuando eres niño, todos te dicen que madures. En diversas formas, ése no es el mejor consejo, debido a que durante la infancia aprendes mucho sobre cómo sobrevivir y avanzar en el mundo real. Y aunque las experiencias que vives mientras creces te brindan lecciones fundamentales para tu carrera, también pueden despojarte de algunos de tus mejores atributos.
Conforme maduras, aprendes a ser pragmático, a enfocarte en los temas que tienes a la mano y dejas de ver el gran panorama. Te abrumas con todas las demandas y responsabilidades de la vida adulta. Poco a poco vas perdiendo tu apertura a las nuevas ideas y experiencias; y aprendes malos hábitos de las personas incorrectas. En resumen, al crecer (y madurar) se va buena parte de tu espíritu emprendedor.
A comparación, hay algunas personas que nunca crecen. En mi propia experiencia, mi trayecto hacia la madurez ha sido lento y frustrante, en especial con mi esposa, eso sin mencionar a los ex empleados, colegas y jefes que tuvieron que lidiar con mis actitudes infantiles a través de los años.
Habiendo dicho eso, mantenerse joven de corazón y de mente tiene sus ventajas, y para mí ha sido muy beneficioso, al igual que para muchos emprendedores y ejecutivos. El ser maduro y a la vez conservar las cualidades de la infancia es un acto de balance. Es por eso que si quieres tener lo mejor de ambos mundos, debes aprender a canalizar a tu niño interior. Aquí te comparto las lecciones que he aprendido para lograrlo:
1. Cuestiona la autoridad
Fui una pesadilla como niño. Mis padres nunca conseguían que hiciera lo que querían. Como te lo imaginarás, odiaba las frases como “porque lo digo yo” y “porque así es como debe hacerse”. Siempre cuestioné esos argumentos, lo que me llevó a generar nuevas ideas y a ser escéptico sobre el estatus quo: dos habilidades importantes en el mundo de los negocios.
2. Sé necio y temerario cuando te enfrentes a la adversidad
Los niños son bastante fuertes. Y como te dirá cualquier emprendedor exitoso, si tienes una idea disruptiva debes estar dispuesto a que los primeros cien inversionistas te digan que estás loco. Eso fue lo que les pasó a los fundadores de Google, Larry Page y Sergei Brin, hasta que Andy Bechtolsheim les extendió un cheque. Lo bueno fue que perseveraron.
3. Persigue incansablemente tu pasión
Muchos niños poseen una tendencia natural a un déficit de atención selectiva, pero una vez que ponen sus mentes en algo, simplemente no se detienen hasta que lo consiguen. Están determinados y no aceptarán un no como respuesta.
4. Lánzate a lo profundo, primero con la cabeza
Los niños son tomadores de riesgos naturales. Después de todo, pasan buena parte del tiempo cayéndose conforme aprenden, juegan o hacen deportes. De la misma manera, los grandes emprendedores no dudan ni hacen las cosas a medias. Cuando su instinto les dice que es lo correcto, lo hacen.
5. Comete cientos de errores
Es la forma en que aprendemos y es lo que hacemos cuando somos jóvenes para crecer y ganar sabiduría. El problema con los adultos es que tienden a temer al fracaso. Eso es contraproducente, ya que el fracaso es una de las herramientas de aprendizaje más poderosas a cualquier edad.
6. Satisface tu ego
Los niños son egocéntricos; creen que el mundo gira alrededor de ellos. Todos los grandes líderes tienen un fuerte sentido de sí mismos y de empoderamiento. Simplemente debes saber cuándo satisfacer tu ego, digamos para inspirar y motivar a tu equipo, y cuándo ser humilde, como para ganar un cliente o levantar capital.
7. Confronta los problemas
Los niños se pelean un minuto y al siguiente están jugando. De igual manera, la confrontación constructiva es crítica para encontrar la mejor decisión o la estrategia más innovadora en el mundo empresarial. No evites los conflictos. Sólo conserva los límites, y procura dirigirte al problema, no a la persona; ésa es la clave.
8. Cuenta historias
Los niños son actores naturales (en el sentido en que pueden acceder fácilmente a sus emociones) y narradores de historias, debido a que aún no han desarrollado inhibiciones. Ésa es una de las mejores formas de conectarte con las personas e iniciar relaciones. Los seres humanos se conectan con emociones genuinas y recuerdan las buenas historias.
9. Juega
Las personas que juegan y trabajan duro no lo hacen como medios para conseguir un fin, sino sencillamente porque las hace felices. Aman trabajar. Quien haya dicho “el trabajo no debe ser divertido, por eso se llama trabajo” no tenía ninguna razón. Claramente, no es el mismo tipo de diversión que jugar en el parque, pero si amas tu trabajo, es divertido hacerlo.
10. Trágate tu orgullo
Como niño, nos enseñan a ser la mejor persona –a pedir perdón, independientemente si la trifulca fue o no nuestra culpa. Pero como adultos no lo hacemos; creamos paredes y divisiones. Hay una razón por la que el orgullo es un pecado, también lo es para el negocio. La humildad es una característica poderosa del liderazgo, al igual que el sentido del humor.
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