Unos US$15.000 millones perdieron los mercados de bonos y acciones de los países emergentes en las última semanas, desatando una andanada de especulaciones acerca de que habría comenzado a reventar una burbuja financiera alimentada por los países desarrollados.
La masiva venta de bonos latinoamericanos, asiáticos y africanos se produjo poco después de una caída en los precios de las monedas de mercados emergentes.
En el último mes, 19 de las 24 monedas de mercados emergentes cuyas fluctuaciones sigue Bloomberg han bajado frente al dólar, algunas de ellas, como el peso mexicano y el real brasileño, cerca de 6%. Y las monedas de algunos países latinoamericanos de alto crecimiento, como Chile y Perú bajaron también notoriamente, en tasas cercanas al 5%.
El detonante de esto sería principalmente un comentario a la pasada que hizo el 22 de mayo el presidente de la Reserva Federal. Ben Bernanke comentó que pronto podría empezar a disminuir el chorro de dólares que el Fed está bombeando a los mercados para estimular la economía norteamericana, comprando bonos al ritmo de US$85.000 millones mensuales.
El anuncio de que algún día llegará a su fin la flexibilización cuantitativa indica también que la economía norteamericana se está recuperando en serio y, como consecuencia de eso, que las tasas de interés de EE.UU. -hoy en cerca de cero- empezarían a subir.
Y una mayor tasa de interés en Estados Unidos hará regresar al país del norte al menos una parte de los US$4 billones (millones de millones) en inversión de cartera que han emigrado hacia los países emergentes desde 2009 .
La reacción de los mercados financieros al comentario del mandamás del Fed ha sido apresurada y exagerada, como suele suceder con las reacciones de los mercados financieros. Bernanke no anunció que se cortaría sino que se disminuiría el flujo de dólares que el Fed insufla a la economía norteamericana. Eso comenzaría probablemente este año, pero un aumento en la tasa de interés de corto plazo -lo que efectivamente atraerá capitales a Estados Unidos- está todavía muy lejos.
Pero por apresurada y exagerada que haya sido la reciente caída de acciones, bonos y monedas de los mercados emergentes, ella también avisa por adelantado algo que va a suceder. Los capitales internacionales han huido de Estados Unidos, Europa y Japón en los últimos cuatro años para refugiarse en las economías emergentes de América Latina, Asia y Africa. Una recuperación en Estados Unidos atraerá una parte de esos capitales.
Incluso si la fuga es gradual y sin pánico, la región puede sufrir. Y los países más vulnerables son aquellos cuyas economías más dependen de las materias primas, como Chile y Perú. El alto crecimiento de América Latina en los últimos años ha venido de la mano del crecimiento chino y su voraz demanda de las materias primas que produce la región. Pero China ya no está creciendo al ritmo de antes y las proyecciones para este año hablan de menos de 8%.
Los episodios anteriores de fortaleza global del dólar acompañada de un alza en las tasas de interés estadounidenses no han sido buenos para los países emergentes. Ellos provocaron la crisis de la deuda externa latinoamericana a mediados de los 80 y la crisis financiera asiática de mediados de los 90.
Pero afortunadamente las cosas hoy son diferentes.
Para empezar, las crisis de deuda estallaron porque los países de la región se habían endeudado en dólares, y cuando se disparó el valor del dólar, así también se disparó el valor de la deuda. El actual influjo de capitales del norte, por el contrario, se ha ido a los mercados de bonos en moneda local.
La mayoría de los países de la región han acumulado además reservas en dólares, lo que les permite usar esas reservas para fortalecer sus monedas en caso necesario.
La regulación financiera también ha mejorado como consecuencia precisamente de las crisis de los 80 y los 90.
En períodos de fuga de capital suelen surgir voces que piden poner trabas al ingreso y egreso de dinero del exterior, aduciendo que esos “capitales golondrina” son demasiado volátiles y desestabilizan las economías de los países emergentes.
Esa argumentación es equivocada. Abrir las economías a los capitales extranjeros es lo que ha dado profundidad a los mercados de capitales de la región.
Se avecina ahora un período de salida de capitales en los mercados emergentes, pero el crecimiento de América Latina en la última década llegó para quedarse. Y un dólar más caro va a beneficiar al sector exportador en todos los países de la región. También a las industrias manufactureras locales, que pueden volver a competir con las importaciones baratas. Un dólar más robusto vuelve más competitivas a casi todas las economías de la región.
Fuentes: