Cerca del 70% de las empresas constituidas en Colombia son de carácter familiar y para el caso de las pymes la cifra es superior al 80%. Lamentablemente, solo el 30% de estas sociedades sobrevive a la segunda generación y apenas el 10% a la tercera.
Lo anterior en razón a los desafíos empresariales y familiares que implican este tipo de sociedades también llamadas “famiempresas”, representados en aspectos como la multiplicidad o dualidad de mando que hace que todos los miembros quieran tomar decisiones debido a que no es posible ver al gerente como una autoridad, dificultades para comunicar las fallas al empleado-pariente e inconvenientes en la aplicación de evaluaciones de desempeño para corregir fallas haciendo que finalmente el trabajo se convierta en una amenaza para la armonía familiar.
Por otra parte, las famiempresas tienen múltiples ventajas como son la seguridad de una mayor confianza y transparencia en al manejo del negocio, una mayor adaptación al medio, mayor velocidad en la toma de decisiones y de ejecución, y ser una alternativa valiosa en generación de empleo. En razón a estos beneficios y a su importante participación en la conformación empresarial colombiana se hace necesario fortalecerlas. Algunas recomendaciones son:
- Inicialmente darle un manejo pertinente al negocio como el que se le daría a cualquier tipo de proyecto, esto es, identificar una oportunidad y a partir de ello bosquejar una idea de negocio con valor para la sociedad y el mercado, posteriormente crear un perfil de negocio, identificar fuentes de financiamiento y acompañar lo anterior de un “protocolo familiar” y de la definición explícita de la Sociedad de Familia. El protocolo familiar es un acuerdo para establecer límites entre los problemas y situaciones de carácter familiar y los problemas y situaciones de carácter empresarial.
- Constituir un consejo de familia, el cual por lo general se deriva de la elaboración del protocolo de familia. Este consejo se asemeja a las juntas de empresas y cuenta con un presidente de familia quien es la última instancia en la definición de los asuntos.
- Definir con claridad cuál es el propósito general que da sentido a la empresa: ¿ser fuente de ingresos?, ¿generar empleo para los familiares? o, ¿es una inversión económica familiar?. A partir de esto se podrá orientar y dirigir más apropiadamente la empresa.
- A medida que crece la empresa, la familia también lo hace; por ello es importante definir muy bien las reglas y políticas de vinculación de parientes, cadenas de mando y convivencia para separar adecuadamente las relaciones de empresa de las relaciones de familia.
- Garantizar claridad para cada cargo en cuanto a definición, autonomía, metas de desempeño y responsabilidades, evitando de esta forma conflictos.
- Profesionalizar la gestión de la empresa familiar. Resulta valioso crear espacios de discusión y decisión empresarial, en donde participen además de los miembros familiares profesionales externos que no tengan vínculos afectivos ni emocionales que aporten estratégica y objetivamente a la empresa.
Lo más importante entonces, es tener claro que los roles de familia y de trabajo deben diferenciarse y que los asuntos de negocio deben resolverse con profesionalismo y de esta forma generar crecimiento para la empresa y beneficios en términos de patrimonio para la familia y aporte valioso a la competitividad empresarial colombiana.