«No vamos a predecir la próxima crisis…», «…pero podemos ayudar a causarla». Tranquilos, no es ningún adivino de tres al cuarto, es mucho peor, son dos de las diez cosas que un economista nunca le dirá según MarketWatch. Pasen y lean.
1. «No vamos a predecir la próxima crisis…»
Porque no las ven. Pocos vieron el crash financiero de 2008 y pocos verán venir el siguiente. A ello se refirió Mason Gaffney, profesor de economía de la Universidad de California en Riverside. «El crash de 2008 sorprendió a la mayoría de nosotros. El episodio ha llevado a muchos a preguntar cómo los economistas pudieron estar tan despistados», reconoció. Si la trayectoria sirve de indicación, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
2. «… pero podemos ayudar a causarla»
No hay poción pero si veneno. Los economistas deberán elegir sus palabras cuidadosamente, especialmente cuando los inversionistas están nerviosos respecto a una próxima desaceleración. «Por esa razón, los economistas tienen una responsabilidad social todavía más grande respecto a cómo le hablan a la prensa», afirma Seth Rabinowitz, socio en la empresa de consultoría Silicon Associates.
3. «No estamos a salvo de adivinar un poco»
Los expertos aseguran que la intuición es lo que separa a las personas geniales de las normales y guiarse por una actitud coherente no suele ser lo más sensato, o eso dicen ellos. En consecuencia, un creciente número de economistas se están guiando por sus instintos, o sea que están adivinando. Adivinanzas producto de la formación, seguro, pero adivinanzas al fin y al cabo. Mark Perry, profesor de Finanzas y Economía Empresarial de la Universidad de Michigan-Flint y profesor visitante del American Enterprise Institute de Washington, D.C, calcula que al menos 60% de los pronósticos se basan en la intuición. «Con el tiempo, los economistas han comenzado a darse cuenta que la gente es impredecible».
4. «Es la testosterona»
Sí, es cosa de hombres. Más del 80% de los economistas son varones, según las encuestas. Y, dejando la corrección política de lado, tener una profesión tan dominada por los hombres puede llevar a asumir riesgos excesivos, que, en el caso de los economistas, podrían llevar a predicciones audaces que tienen más que ver con conseguir titulares en los diarios que con la realidad, afirma Scott Beaulier, director del Centro Manuel H. Johnson de Economía Política en Troy, Alabama. «Los hombres tienden a ser un poco más impulsivos, a tener menos disposición a admitir sus errores y se concentran más en una gran idea y en inversiones realmente ambiciosas».
5. «Nuestras mediciones sobre niveles de prosperidad no funcionan»
Los economistas dependen de muchas mediciones para calcular la situación de sus países, pero muchas tienen fugas. Sam Thompson, investigador de la New Economic Foundation, centro de investigaciones en Londres, dice que el PIB es una medición de brocha gorda de la productividad de la economía y no da el panorama completo. «De hecho, los períodos de guerra tienden a incrementar el PIB», dice.
6. «Una ciencia sombría, pero no exacta»
Como grupo, los economistas son incoherentes, dice Doug Short, vicepresidente de investigaciones del servicio de asesoría financiera Advisor Perspectives en Lexington, Massachusetts, en relación a las disparidades de las predicciones de los expertos. Esto hace difícil tener fe en cualquier economista. Lo mejor, dice Short, es buscar los promedios. Y, en momentos de estrés financiero,«incluso el pronóstico promedio debería ser tomado con cuidado».
7. «Nos inclinamos hacia la izquierda»
Sí, son más de Kennedy, Carter o Clinton que de Reagan, Nixon o Bush, según afirmaba una encuesta de 2008 de la AEA, que decía que casi la mitad eran en ese momento demócratasregistrados, en tanto que solamente 17% se decían republicanos. Además, veían en Obama a un presidente capaz el mayor progreso en asuntos económicos. De hecho, a diferencia de lo que dicen los estereotipos, los economistas no son fervientes partidarios del libre mercado.
8. «Tenemos nuestros intereses»
Se revelan humanos. Muchos economistas influyentes trabajan en instituciones académicas, que pueden transmitir una imagen de tener una opinión autorizada y sin sesgos de ningún tipo. Pero no es así en la práctica, dicen los expertos. Los economistas tienen sus propios motivos, económicos y políticos. Alrededor del 70% de los economistas universitarios tienen intereses financieros fuera de su actividad académica y rara vez reconocen estar trabajando para el sector privado, según afirma un estudio de 2010 de Gerald Epstein y Jessica Carrick-Hagenbartt, que analizó las apariciones en los medios de comunicación, artículos en la prensa e investigaciones publicadas por expertos entre 2005 y 2009.
9. «Nuestros esfuerzos educativos son insuficientes»
La economía es una asignatura pendiente en muchos países y en Estados Unidos no lo es menos. Cuando aparecen en los medios de comunicación, los economistas intentan mantener en un nivel mínimo el uso de jerga especializada, dicen los expertos. Por eso utilizan el lenguaje más básico para explicar frecuentemente conceptos muy sofisticados. Y, sin embargo, tratar de hacer más accesible los conocimientos económicos no parece estar ayudando a los estadounidenses. Tienen una pobre comprensión de los conceptos más básicos de la economía y las finanzas a pesar de los esfuerzos de los economistas por explicarlos a través de los medios de comunicación.
10. «Le vendemos información que ya conoce»
Muchos expertos se preguntan acerca de si necesitamos a los economistas. El debate está abierto. Ofrecen un servicio, sí, pero aseguran que no son mucho más fiables que algunos procedimientos mecánicos de solución de problemas, o incluso que el afamado chimpancé tirando dardos. Ellos se defienden, «esperemos que nadie se de cuenta», afirma Jeffrey Frankel, profesor de formación capital y crecimiento en Harvard, y director del programa de finanzas internacionales y macroeconómicas de la oficina nacional de investigación económica. Pese a su defensa, los juicios de muchos de sus colegas de profesión se contradicen y se estrellan, en muchas ocasiones, contra los datos.
En la actualidad, muchos de ellos creen que estamos camino de una recesión, pero pocos están dispuestos a decir cuánto podría durar. Los que están dispuestos a hacerlo, no tienen buenas noticias. «Tomará una década», dice David Hefty, economista y presidente ejecutivo de Hefty Wealth Partners, en Auburn, Indiana. ¿Alguna solución? Sí, Hefty recomienda crear un colchón de seguridad con cuentas de ahorro o invertir en un certificado de depósito y tener suficiente dinero para vivir al menos seis meses, lo que puede dar mayor tranquilidad en caso de una desaceleración que la predicción de un economista respecto a que vendrán días mejores (o peores).