El matrimonio, como bien se sabe, es una sociedad y, por tanto, el presupuesto a disponer debe ser común. Sin embargo, no por eso significa que cada persona pierda su libertad e independencia financiera al tener que «rendir cuentas» a su pareja. Por el contrario, se debe buscar un equilibrio y, lo más importante, evitar el conflicto.
Cada día son más las mujeres que dominan el mundo laboral y que alcanzan altos puestos. Por esto mismo, ellas se han vuelto más activas en cuanto corresponde al aporte en gastos caseros.
Siempre hay uno que da más
No obstante, los sueldos en una pareja, por lo general, son inequitativos y esto hace que siempre uno de los dos se sienta inferior. Por esto, lo primero y más importante es hablar con su pareja al respecto y comprender que no significa un problema, y se puede establecer una igualdad en gastos en la que, quien tenga un sueldo superior, contribuya más.
Lo importante en esto es nunca `echar en cara` esa contribución, porque el matrimonio es una sociedad y no una competencia salarial. También porque la otra persona sufrirá de una baja autoestima y sentirá que depende económicamente del mayor proveedor de su hogar.
Por ejemplo, si uno de los dos tiene un sueldo de $2 millones y el otro $900 mil, mensuales, y los gastos entre servicios, deudas y gastos diarios cuestan $700 mil mensuales, el acuerdo podría ser que el primero aporte $450 mil, así el segundo sólo aportaría $250 mil, pero habrá equidad.
Cuentas conjuntas
Una solución es establecer una cuenta conjunta en la que se hagan las consignaciones correspondientes, de acuerdo con la distribución ya establecida por ambos, y de allí mismo se realicen los pagos de deudas, servicios y gastos.
Esto no implica que cada uno no tenga su cuenta independiente. Todo lo contrario. La idea es que esa sociedad común tenga dónde hacer su aporte, pero a su vez, mantenga libertad con respecto al dinero que le queda libre y el uso que haga de él.
El secreto de la felicidad está en lograr mantener esa independencia, para que no tenga que rendir cuentas de cómo, cuándo y dónde usó el dinero que le quedaba disponible.
El control de gastos es lo importante
Lo primero que debe reconocer en su pareja es cuán fanática puede llegar a ser a las compras y, sobre todo, a aquellas que se da por lujo. Así establecerán parámetros de qué compras pueden hacer y son realmente necesarias. Esto no implica que no puedan darse «gustos» de vez en cuando, sino que realicen un seguimiento para no malgastar o gastar más de lo que tienen. Una contabilidad ayudará a esto: a parte de servicios y deudas, gastos personales, vestuario, transportes y otros, con un límite. Con este registro no sólo se mantendrá un control de las finanzas del matrimonio, sino también hacer aportes a un ahorro, por ejemplo, para un viaje,, comprar un auto o para el futuro.
Fuente:
El manejo del dinero no debe ser un dolor de cabeza en su matrimonio