Los sistemas bancarios de los principales países latinoamericanos han experimentado desde mediados de los 90 una rápida transformación con pautas similares. Entre ellas, destaca la extranjerización del sector: cinco de los diez mayores grupos bancarios de la región son extranjeros, cuatro de ellos de propiedad española, según un documento de la Colección de Estudios Económicos de La Caixa.
En este contexto, y tras el anuncio de los resultados del primer trimestre del año del Banco Santander, con un descenso de beneficios significativo del que no se salva su negocio en Latinoamérica, las palabras del economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, en uno de sus informes de 2011 suenan premonitorias: «¿Pueden los bancos españoles posicionados en América Latina generar desaceleración en la zona?». El FMI rebajaba las expectativas de crecimiento de Latinoamérica por la alta presencia de bancos españoles y la disminución de remesas como consecuencia de la crisis. Y, aunque la economía de América Latina y el Caribe seguiría creciendo, también en 2012, lo haría a menor ritmo.
Las cifras, presentadas en su informe Perspectivas para la economía global, de septiembre de 2011, pronosticaban un crecimiento del 4,5 por ciento para ese año, y un 4 por ciento para 2012. Y sí, llegó la moderación al crecimiento, hasta dejarlo en un 4,3 por ciento en 2011 y un 3 por ciento en el último ejercicio, a causa de la contracción de la demanda interna. Gran parte de la región se beneficiaba de un intenso intercambio comercial y de unas condiciones de financiación externa favorable, señalaba el informe del FMI, que apuntaba sin ambages a que «la fuerte presencia de los bancos de España en la región podría generar algunos riesgos en un escenario de desaceleración».
La hipótesis sólo se ha materializado en parte. América Latina sigue siendo un refugio para la banca internacional y para las propias entidades de la región. Una vez conjurados los riesgos de un desplome de los precios de las materias primas, y consolidado el crecimiento y su impacto en la capacidad de consumo de sus ciudadanos, Latinoamérica sigue brindado buenas oportunidades para el sector. Eso sí, entre 2011 y 2012 ha frenado su velocidad de crecimiento, y no sólo por causas externas.
Dos estilos de banca
Mercados como el brasileño, uno de los más difíciles para las entidades financieras españolas -en la práctica, un choque de estilos y estrategias-, proyecta sus propias sombras. El dominio de los bancos locales, con altos estándares de calidad y eficiencia, fue un obstáculo para la expansión del Santander y BBVA, acrecentado por la falta de cercanía de las entidades españolas con la creciente clase media brasileña que estaba accediendo al crédito. Los bancos brasileños -el estatal Banco do Brasil y los privados Itaú y Bradesco- tomaron la iniciativa en la región, pero con los primeros síntomas de la crisis internacional, materializados en unas previsiones de crecimiento a la baja, el contagio está servido.
De hecho, los bancos están en el punto de mira del Gobierno de Dilma Rousseff por sus políticas crediticias y de mercado. En junio del año pasado Moody’s bajó la calificación de ocho bancos brasileños. A ello se suman las aprensiones que produce la capacidad regulatoria del Banco Central. Precisamente, otros analistas hacen una lectura contraria de situación del sistema financiero en América Latina y su conexión con las entidades financieras españolas: «Quizá América Latina no es tan atractiva como solía ser», apuntaban desde Standard Life Investments el pasado verano. La desaceleración de América Latina podría acabar impactando en los maltrechos resultados de las entidades de la península ibérica. La región representa casi el 15 por ciento de los ingresos de compañías portuguesas y el 33 por ciento para empresas españolas, la más alta de Europa, según Morgan Stanley. Hay una tercera lectura: «El continente latinoamericano está saliendo muy bien de la crisis internacional. En 2012 creció y probablemente este año estará en tasas de crecimiento superiores al 3,5 por ciento, con una dispersión entre países», según fuentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), gracias, entre otras causas, a la existencia de un «mercado financiero sólido».
Latinoamérica ha sido clave en los resultados de los grandes bancos españoles en la región, Santander y BBVA, en el crítico 2012. En cualquier caso, el freno del sector no sólo repercute en la banca local. El pasado 25 de abril el Banco Santander anunciaba sus resultados trimestrales: una caída del 26 por ciento, a pesar del menor esfuerzo en provisiones contra la morosidad y los activos inmobiliarios. Y aunque el resultado empeora en casi todos los mercados, Latinoamérica y Reino Unido son los que han acusado mayores descensos.
Por mercados, el beneficio atribuido de la entidad cae en todos salvo en nuestro país, donde crece un 2,5 por ciento sin contar saneamientos. El principal lastre dentro de las áreas operativas es la caída del 18,2 por ciento del resultado atribuido en Latinoamérica, donde el beneficio baja de 1.207 a 988 millones. La caída es generalizada en Brasil (-22,3 por ciento), México (-18 por ciento) y Chile (-21 por ciento).
La venta de su filial en Colombia a finales del 2011 -y parte de sus activos en Chile y México- ha seguido pesando en el balance. Pero la entidad que preside Emilio Botín sigue siendo el principal grupo financiero en América Latina; con una cuota del 10 por ciento, está presente en ocho países de la región, y tiene en Brasil, México, Chile y Argentina sus mercados más importantes. Al cierre de 2012, Latinoamérica aportaba el 50 por ciento al beneficio del grupo (Brasil el 26 por ciento, México casi el 13 por ciento y Chile el 6 por ciento). Y aunque los beneficios han bajado (un 8 por ciento por la venta de Colombia y minoritarios), el crédito ha subido un 8 por ciento y los depósitos un 9 por ciento.
«La vocación del banco por América Latina es inequívoca. Santander estará cada vez más presente en la región. Estamos concentrados en crecer, no en vender», declaró Jesús Zabalza, director general de la División América de Santander en el XI Encuentro Santander-América Latina de junio pasado.
Para la entidad se trata de un «cambio de ciclo», la recuperación está en marcha y será palpable en «tres o cuatro años», y la apuesta por América Latina sigue intacta.
Dentro de ese plan de «reestructuración» del modelo de negocio en el país, el Santander acaba de lanzar una línea específica para rentas altas, Santander Select, que incluye la apertura de sucursales dirigidas a clientes de rentas altas.
México, la joya de la corona
Para el BBVA, la diversificación geográfica ha resultado ser la clave más importante para que la entidad haya podido superar la crisis en nuestro país. Los países emergentes aportaron el pasado año el 56 por ciento de los ingresos, con México a la cabeza (con un 25 por ciento del total) y el resto de América Latina en segundo lugar (con un 24 por ciento). Toda la región junta supera con creces el volumen de ingresos del mercado nacional: 49 por ciento en América Latina frente al 30 por ciento en España. El grupo que preside Francisco González ganó 1.821 millones de euros en México en el último ejercicio, un 4 por ciento más que en 2011; y en el resto de América del Sur, 1.347 millones, el 23,6 por ciento más.
La entidad ha dado un giro en su estrategia en América Latina y ponía el pasado año en venta su negocio de fondos de pensiones, hasta entonces uno de los pilares de la entidad en la zona, por no formar parte del «negocio core del grupo» y no generar sinergias con el resto de áreas de negocio. Pero estos movimientos no impiden que México siga siendo la joya de la corona: la entidad ha anunciado una inversión de 3.500 millones de dólares en el país para el periodo 2013-2016a través de su filial en el país, BBVA Bancomer. El banco es la principal entidad financiera de México.
Hasta CaixaBank, que había permanecido ajeno al proceso de internacionalización, empieza a dar sus primeros pasos. A finales del pasado año iniciaba su expansión en Latinoamérica con la apertura de su primera oficina de representación en Santiago de Chile, desde la que ofrece apoyo financiero a las empresas españolas que acudan al mercado chileno y a las compañías locales interesadas en invertir en España. La entidad presidida por Isidro Fainé ha elegido Chile por el notable crecimiento que ha experimentado esta economía en los últimos años, y por el creciente interés de las empresas españolas por invertir allí.
Las mejores perspectivas de rentabilidad de la banca latinoamericana es un «argumento básico a favor de la expansión internacional de la región», según el análisis La banca en Latinoamérica. Reformas recientes y perspectivas, de la Colección de Estudios Económicos de La Caixa, que apunta al sistema financiero de Chile como el más desarrollado de la región, en la que persiste un margen de «potenciales y significativas mejoras de la productividad y la eficiencia por parte de los grupos extranjeros que entran en el sector».
En la actualidad, se estima que unas 1.500 empresas españolas están presentes en Chile. Además, las empresas chilenas se encuentran entre las principales inversoras en el exterior, según fuentes de CaixaBank, y cada vez se muestran más interesadas en desarrollar proyectos en nuestro país. El siguiente país podría ser Colombia, con el mismo planteamiento de negocio.
Y mientras inicia su expansión por América Latina se concretan las primeras operaciones conjuntas con el mexicano Inbursa, el banco de Carlos Slim, en Estados Unidos.
Puente a China y EEUU
También ha cambiado de estrategia el Banco Popular. El presidente, Ángel Ron, anunciaba a principios de año su intención de crecer en el exterior, en un cambio de estrategia que evitará que una nueva crisis pueda sorprender al banco con una excesiva concentración en España. El objetivo es que dentro de cinco años el 30 por ciento del beneficio proceda del exterior, y para ello la entidad ha puesto sus ojos en México y Centroamérica, además de EEUU. En la actualidad, sólo el 6 por ciento de los activos del Popular está en el extranjero, principalmente en Portugal, donde cuenta con una red de 200 sucursales, y en Miami (EEUU), donde gestiona Totalbank, con 19 oficinas. El objetivo es ganar presencia en el continente americano, con inversiones no muy elevadas y centrándose en banca minorista y de empresa.
Por su parte, Banco Sabadell se toma el proceso de internacionalización con más calma. La entidad está concentrada en su crecimiento orgánico y en seguir estabilizando su balance, tras la reducción de beneficios del 36 por ciento en el primer trimestre del año después de realizar todas las dotaciones. Pero están preparados para dar el paso inverso y fomentar la inversión de Latinoamérica en España, con grandes perspectivas desde Brasil, Perú, Colombia y México, frente a Argentina y Venezuela, países en los que la entidad no ve perspectivas de negocio.
De momento, concentra su actividad en el continente americano en el Banco Sabadell América, gestionado desde Miami (en Florida, EEUU), además de mantener el 100 por cien de Sabadell United Bank, marca bajo la cual mantiene el negocio de banca comercial en el sur de Florida.
Más allá del negocio que supone una economía en expansión sostenida por una clase media que se ha duplicado en la última década, los grandes bancos españoles no quieren perder la oportunidad de aprovechar su fuerza en América Latina para abrirse camino en China. Lo han aprovechado tanto BBVA como Santander. Y a partir de ahora también para crecer en EEUU a partir de la plataforma que supone negocio en México tras el acuerdo de integración económica suscrito a principios de mes entre los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Barack Obama.
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