Ideas de Inversión

¿Nos conviene renegociar los TLC?

Las exigencias formuladas por representantes campesinos y líderes del Polo Democrático para renegociar los TLC traerían más perjuicios que beneficios.

A pesar que el Gobierno fue enfático en reiterar que el Tratado de Libre Comercio (TLC) negociado con EE.UU. ‘es una unidad sellada’ y no existe un interés en reabrir la negociación, sigue sonando la petición de modificar los términos de los acuerdos como parte de la solución al paro agrario que ya cumple su tercera semana en el país.

Y es que de tiempo atrás el Polo Democrático viene proponiendo renegociar los Tratados de Libre Comercio que ha suscrito Colombia y los cuales están contribuyendo en gran medida a profundizar la crisis del agro colombiano. “Es clarísimo el impacto de los tratados a la vida y las economías de todos los campesinos y que se han expuesto a los rigores del paro que hemos visto”, señaló la presidenta del Polo democrático, Clara López.

Sin embargo, Javier Díaz, presidente de Analdex no comparte esta petición, pues para el directivo el culpabilizar a los acuerdos comerciales no es sensato, al igual que si quiera pensar en renegociarlos.

“Ahora que estamos empezando a implementar los TLCs, me preocupa que a raíz del paro agrario se diga que el Tratado con la Unión Europea y con EE.UU. son los causantes de lo que está ocurriendo en el campo, cuando el TLC con la UE inició el primero de agosto, tan sólo 15 días de vigencia al iniciarse el paro, por lo que no creo que esta sea la causa, de la situación que vive la agricultura colombiana”, recalcó Díaz, al tiempo que recordó las falencias en el tratamiento del campo en el país, “lo que pasa es que en Colombia no hemos definido la política agropecuaria, el país no ha definido que quiere hacer con este sector, cuáles son los productos que va a desarrollar, qué no vamos a producir, porque un país no puede producir de todo, cuáles son los instrumentos de esa política agropecuaria, si vamos a desarrollar un modelo donde convivan la pequeña producción y la gran producción empresarial, y cuál es la institucionalidad que requerimos para llevar a cabo esa política agropecuaria, porque el problema es que la institucionalidad que tenemos no funciona”.

Para Díaz la renegociación de un acuerdo es una situación muy difícil, porque a un mes o en su defecto un año de vigencia, el que el país vuelva a sentarse con el negociador a cambiarlo todo, no es viable, pues desestima el tiempo del acuerdo inicial. “Los acuerdos se suscriben entre dos partes y si una de estas partes quiere modificar algo de lo acordado, hay que contar con la otra parte, sobre esa voluntad. Lo que difícilmente la contraparte acepte, porque precisamente lo que se busca con los TLC es establecer reglas de juego con un horizonte de largo plazo”.

Es así como se vería comprometida la seriedad del país como exportador e importador en el entorno internacional, ya que replantear nuevos términos en tan corto plazo deja la sensación a la contraparte de un país poco confiable. 

Además, renegociar un TLC no es sólo sentarse en una mesa de negociación, y demandar los cambios, es evidente que la contraparte exigirá cifras que sustenten la afectación que se está generando en el país para poder considerar la modificación.

“Lo cierto es que el país al que les enseñemos cualquier cifra, al revisarlas verá que no hay una real afectación. Por lo que habría que argumentarlo y si hay un argumento en esta petición, es de tipo ideológico, y eso no se acepta internacionalmente”, concluyó Javier Díaz.

Cabe recordar que entre los sectores que más se han sentido perjudicados por los acuerdos comerciales se encuentran el sector arrocero, para el cual, en el TLC con EE.UU. existe un arancel para las importaciones de este producto del 60% que sólo se disminuirá en 19 años.Del mismo modo, las importaciones que se han hecho desde EE.UU. sobre el sector lechero no superan el 3% de la producción nacional, algo equivalente al consumo de 10 días en el país, según Analdex. Con lo cual se puede afirmar que no son los Tratados los que afectan al campo, pues este ejemplo se repite en muchos sectores, sino las políticas que establece el Gobierno para el buen desarrollo de éstos.

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