Brasil arde. El martes, la nueva jornada de protestas que esta vez derivo en varios actos de vandalismo y violencia, también ha conseguido cosechar logros en varias ciudades que anuncian posibles bajas en sus tarifas de autobús. Pero también está dejando en el camino varias interrogantes y ciertos riesgos.
Las alcaldías de Porto Alegre, Recife, Cuiabá y Joao Pessoa anunciaron su intención de reducir los precios del pasaje de ómnibus tras las manifestaciones que el lunes reunieron a más de 250.000 personas en todo Brasil, lo que supuso a su vez la mayor protesta registrada en más de 20 años en el país más grande de Latinoamérica.
En Sao Paulo, donde este martes ocurría la sexta protesta con decenas de miles de personas en las calles, el alcalde, Fernando Haddad, indicó por primera vez que está dispuesto a revisar la tarifa de autobús, que subió hace poco. Algo que fue celebrado en las redes sociales en Brasil en donde el hashtag #TodosUnidosPorUmBrasilMelhor se convertía en la principal tendencia en Twitter, una de las principales redes para convocar a las protestas que se han producido a lo largo del país.
Sin embargo, a medida que las manifestaciones crecieron han ido sumando reclamos que van bastante más allá del transporte y que incluyen por ejemplo mayores inversiones en la salud y la educación pública, y críticas a los elevados gastos del Gobierno para organizar eventos como el Mundial de fútbol de 2014.
«En un país poco habituado a las demandas callejeras masivas, muchos afirman que esto ya supuso un cambio positivo para la democracia. Pero expertos creen que el impacto a mediano y largo plazo de los manifestantes dependerá de puedan mantenerse movilizados, con apoyo
de la opinión pública y articulen bien sus reclamos para recoger nuevos frutos», menciona en un artículo BBC Mundo.
«La dificultad es aglutinar las reivindicaciones, sistematizarlas y dar un salto positivo», sostuvo Vera Chaia, profesora del departamento político de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP). en diálogo con BBC Mundo.
La falta de un liderazgo claro es una de las características de estas protestas callejeras brasileñas que el lunes alcanzaron 11 ciudades del país.Una de las grandes interrogantes que dejan las protestas. ¿Quién conseguirá sacar partido o aprovechar este nuevo escenario?
Por lo pronto, los políticos han sido muy cautos: «las protestas son señales de democracia», han afirmado. A través de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, la presidenta Dilma Rousseff, emitía un comunicado en el que afirmaba: «Las protestas pacíficas son prueba de una democracia legítima y adecuada».
Por su parte, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva expresaban también su opinión sobre lo ocurrido la noche del lunes: «nadie en su sano juicio puede estar en contra de las manifestaciones de la sociedad civil, porque la democracia no es un pacto de silencio», afirmaba Lula en su perfil de Facebook.
El respaldo de la opinión pública también es considerado clave para el futuro de las protestas, y algunas encuestas sugieren que por ahora eso lo han logrado. Y claro, también es otra de las interrogantes: ¿Mantendrán el respaldo?
Así, según recoge el artículo, un sondeo de la firma Datafolha indicó que 55% de los habitantes de Sao Paulo apoyaba las protestas al jueves pasado, antes de que la represión policial de ese día a los manifestantes causara una ola de indignación que les generó más empatía.
De ahí que el hecho de que alcaldes de distintos puntos de Brasil hayan aceptado revisar las tarifas de los autobuses es otra señal de que las protestas tienen apoyo popular.
No obstante, los desmanes de un grupo menor de manifestantes en el centro de Rio y en otras ciudades brasileñas también pondría a prueba la solidaridad con las protestas, pese a que sean mayoritariamente pacíficas.
David Fleischer, profesor emérito ciencia política en la Universidad de Brasilia (UnB), dijo por su parte, que los manifestantes aprovecharon que «el mundo entero está mirando a Brasil por la Copa de Confederaciones», llamando la atención con protestas cerca de los estadios donde se disputan partidos del torneo para denunciar los altos costos del Mundial 2014 en Brasil.
«El lunes después que termine el último partido de la Copa de Confederaciones (la protesta) va a vaciarse», dijo Fleischer a BBC Mundo. Pero anticipó que «va a volver en junio del año que viene con más fuerza, porque será la Copa del Mundo, que tiene muchas más cosas en juego». Y ahí deja la gran interrogante abierta: ¿Peligra la Copa del Mundo de 2014?
Nuevas protestas
El lunes, las protestas reunieron a cerca de 250.000 personas en una veintena de municipios de todo el país, la mayor movilización desde que en 1992 una multitud pidió la destitución por un escándalo de corrupción del entonces presidente, Fernando Collor de Mello, que acabó dimitiendo.
Los manifestantes han anunciado nuevas movilizaciones para esta semana, incluida una para el jueves en Río de Janeiro, donde ayer la protesta reunió 100.000 personas.
Fuentes:
¿Peligra la Copa del Mundo? Las grandes interrogantes de las masivas protestas en Brasil