Ideas de Inversión

Por qué las acciones son más riesgosas de lo que cree

Una creciente sensación de urgencia está llevando a muchos inversionistas a asumir riesgos imprudentes con su dinero.

A pesar de haber experimentado en carne propia en 2008 los peligros de poseer acciones, los inversionistas se están aventurando de nuevo a comprar acciones. Han sido aconsejados que no hay otra manera de recuperar las pérdidas sufridas —o alcanzar las metas para su inminente jubilación— y, para no preocuparlo, el riesgo de las acciones disminuye cuanto más tiempo se las mantenga. La Reserva Federal, por su parte, ha anunciado su intención de mantener las tasas de interés bajas hasta 2014, proporcionando un poderoso incentivo para mantenerse en acciones ya que los bonos probablemente generarán rendimientos inusualmente bajos.

El deseo de recuperar lo perdido es comprensible. Pero, como los economistas especializados en el comportamiento han demostrado, también puede nublar su juicio y llevarlo a tomar más riesgo del que puede manejar.

 

A pesar del discurso de tranquilidad y confianza de la industria financiera, las acciones son siempre inversiones de riesgo, y cuanto más tiempo uno las mantenga, mayores serán las posibilidades de ser sorprendido por una crisis. La forma usual de mitigar ese riesgo, la diversificación, tampoco ofrece garantías, por la sencilla razón de que las inversiones no siempre se mueven de la manera en que queremos en relación con otras.

Una forma más segura para construir y proteger los activos de jubilación es imaginar sus objetivos con la mayor claridad posible. Luego, redúzcalos a lo básico. Calcule el nivel de ingreso mínimo que necesita e invierta en productos que lo garanticen, tal como los bonos protegidos contra la inflación. Utilice el resto de su dinero de inversión para construir reservas para financiar sus metas aspiracionales.

Pero cuando uno intenta alcanzar sus metas aspiracionales, hay una manera de limitar el riesgo, mediante el uso de instrumentos que le permitan limitar sus pérdidas a costa de cierto potencial al alza. Uno puede hacer eso mediante compras directas de opciones, o puede comprar fondos de inversión que utilizan complejas estrategias de cobertura. Esos fondos no son tan transparentes como las acciones, pero su objetivo es proteger su dinero del desastre.

Una mirada en detalle a las acciones

Puede ser difícil dejar de lado la creencia de que comprar y mantener acciones es una forma asegurar el crecimiento de los activos. Pero eso es porque la gente ha sido inducida a pensar que la inversión en acciones a largo plazo reduce los riesgos significativamente. La verdad es que las acciones son riesgosas sin importar la cantidad de tiempo que uno las mantenga en su poder.

Sí, los valores pueden producir un rendimiento superior en promedio en comparación con inversiones más seguras. Así es como debería ser, porque la mayor rentabilidad compensa a los inversionistas por asumir el riesgo añadido. Pero eso no significa que las acciones sean menos riesgosas a largo plazo.

Hay una serie de diferentes enfoques que demuestran por qué la sabiduría tradicional acerca de las acciones es errónea. Una de ellas tiene que ver con los mercados a la baja, que tienen lugar con cierta regularidad; el largo período de crecimiento que comenzó en 1983 y duró hasta finales de los 90 no ha sido la norma. Y cuanto más se aferre uno a sus acciones, mayor será la probabilidad de toparse con una de esas crisis.

A pesar de la larga expansión, los bonos superaron las acciones durante los 30 años desde la caída de 1981 —otorgando un rendimiento anual promedio de 11,5% frente a 10,8%, respectivamente— con menos riesgo y menos volatilidad que las acciones.

Para probar su afirmación de que las acciones no son muy riesgosas en el largo plazo, los entusiastas de las acciones argumentan que las acciones han superado a los bonos en períodos de 30 años a partir de 1861, excepto en el más reciente. Sin embargo, su evidencia es mucho más débil de lo que parece: desde 1861, ha habido sólo cinco períodos de 30 años no superpuestos. Estadísticamente, son demasiado pocos como para justificar las conclusiones convencionales.

Además, la idea de que «las acciones rinden en el largo plazo» no es una guía práctica para las personas. Por un lado, el «largo plazo» significa algo diferente para cada uno, dependiendo de sus edades y objetivos. Y aunque las probabilidades de conseguir un buen rendimiento de las acciones durante ese tiempo son buenas, las consecuencias de una crisis pueden ser graves, dependiendo de qué tan pronunciado sea el declive de los mercados, cuánto tenga uno en el mercado y en qué momento de su vida llegue la crisis.

Una estrategia más segura

¿Cuál es la mejor forma de construir un portafolio de acciones? Primero, olvídese de la idea de «recuperarse». La mayoría encontramos las pérdidas tan dolorosas que estamos dispuestos a poner todo sobre la mesa para recuperar lo perdido. Estamos dispuestos a tomar riesgos que normalmente evitaríamos para recuperar lo que vemos como propio.

En cambio, cuando uno comienza a mirar el objetivo y centrase en lo que es absolutamente necesario, se protege a sí mismo de olvidarse de las cosas esenciales en el caso de que el mercado no cumpla con sus expectativas. Y se arma de valor ante la obsesión de recuperar las pérdidas.

Separe lo que es imprescindible de lo que quiere o desea, y cree un plan de inversión que garantice lo fundamental con inversiones seguras y protegidas contra la inflación. Puede que le sorprenda cuanto menos necesita frente a lo que quiere, pero trate de ser honesto con usted mismo. Luego, ponga cualquier dinero que le quede cada año en vehículos de mayor riesgo para alcanzar sus objetivos aspiracionales.

Aunque puede parecer un enfoque intuitivo y simple, no es comúnmente seguido por la mayoría de los inversionistas y asesores. La evaluación de lo que es realmente necesario toma tiempo y reflexión. Pocas personas lo hacen de manera sistemática, si es que lo hacen.

Limitar el riesgo

Ahora que ha separado lo necesario de lo que quiere, puede ya decidir el límite de sus inversiones aspiracionales.

Hay varias formas de proteger su dinero fuera de su red de seguridad. Por ejemplo, hay productos de inversión que ofrecen protección mediante el uso de estrategias de cobertura con diversas combinaciones de derivados.

Pero hay que tener cuidado de leer la letra pequeña. Es necesario entender la estrategia de los administradores en detalle, incluidos los riesgos que están cubriendo y qué riesgos se mantienen sin cobertura. También es importante tener en cuenta los gastos de un fondo, tanto implícitos como explícitos. Los costos de tales transacciones pueden ser altos, por lo tanto hay que mirar con cuidado la relación de gastos del fondo junto con todos sus honorarios.

Bodie y Taqqu so coautores de «Risk Less and Prosper: Your Guide to Safer Investing.» Bodiees professor de gerencia de Boston University y Taqqu es un consultor financiero con sede en Boston.

Fuente:

Por qué las acciones son más riesgosas de lo que cree

http://online.wsj.com/