El análisis de rendimiento de mercado promedio por mes durante los últimos sesenta años demuestra que los papeles tienen un bajo desempeño en el período mayo – octubre, en comparación con noviembre – abril que es históricamente el lapso más rentable.
Desde 1953, el Dow Jones obtuvo todas sus ganancias entre el 1 de noviembre y el 30 de abril. Una inversión de 10.000 dólares en 1950 alcanzó los 527.388 manteniéndola en ese intervalo, mientras que hubiese registrado una pérdida de 474 entre mayo a octubre.
Entre noviembre de 2009 y abril de 2010, el índice subió 1,295 puntos, o un 13,30% y en los seis meses siguientes creció 109 puntos, un poco menos del 1%. Un comportamiento similar se verificó al año siguiente donde acumuló un alza del 14% promedio.
El analista independiente Guy Lerner, autor del blog The Technical Take, calculó las rentabilidades del S&P 500 desde 1961 a través de la estrategia de comprar el 30 de octubre y vender el 30 de abril. Esto le generó 975 puntos (más que los 830 puntos de adquirir y mantener de todo el período), y logró realizar un 74% de transacciones ganadoras.
De haber entrado en mayo y salido en octubre hubiera perdido 157 puntos, a pesar de que en 31 de las 48 operaciones se obtuvo rendimiento positivo, lo que sugiere que las 17 perdedoras lo fueron significativamente.
Una explicación a este comportamiento histórico puede provenir que a fin del buen período se declaran impuestos y los inversores necesitan obtener liquidez para atender sus pagos con el fisco.
Otra opción puede ser el motivo psicológico, que como consecuencia de un buen comienzo en las Bolsas (como ocurrió en 2011, 2012 o 2013) acumulan una buena rentabilidad y están dispuestos a salir y materializar sus ganancias para irse de vacaciones tranquilos, “cerrando el año”. Pero las estadística, sólo muestran lo ocurrido en el pasado.
Un cálculo de Business Insider señala que mayo, aunque magro, históricamente ha dado un retorno positivo, junio ha sido negativo en promedio, julio y agosto han sido meses fuertes y septiembre, un desastre. Todos los otros meses, con la excepción de febrero, fueron positivos en sus rendimientos.
La recomendación más lógica en base a estas cifras es que los inversores deberían vender a finales de mayo, y quedarse afuera en junio para volver a entrar en julio y agosto, salir de nuevo en septiembre y jugárselas otra vez en octubre.
La cuestión más importante es saber cuándo se debe volver a los mercados después de una caída. No hay una técnica ni una historia que sea infalible. Esta estrategia puede nutrirse de los análisis técnicos, pero es mejor analizar siempre la coyuntura en la que se encuentra envuelta y sobre todos los plazos a los que se aplica.
Vender en mayo e irse no siempre tiene éxito a corto plazo, pero los datos históricos de series largas tienden a avalarla, incluso en otros mercados: entre 1991 y 2008, el Ibex 35 ha saldado el período que va de mayo a septiembre con una caída, entre enero y abril el promedio ha sido una subida, y el último trimestre del año arroja un balance siempre más positivo, incluso en tiempos de grandes turbulencias como los de los dos últimos años.
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