El banco central sigue preocupado porque el crecimiento del crédito permanece alto, especialmente el de consumo. Ello indica que los hogares han elevado significativamente su grado de endeudamiento.
Al endeudarse con un Banco, los colombianos piensan más en la comodidad de la cuota que en el total pagado al final del plazo.
Con un crédito hipotecario el comprador podría terminar pagando el doble del precio de un apartamento.
La dinámica económica del país se ha reflejado en el nivel de consumo de los colombianos, quienes se han contagiado del optimismo acudiendo a las entidades financieras para acceder a créditos que, según los expertos, cuentan con tasas de interés todavía bajas a pesar del aumento en las tasas de intervención del Banco de la República (Emisor).
Se trata de un síntoma preocupante en el objetivo del Emisor por controlar la inflación (precio generalizado de los bienes y servicios, el cual refleja el poder adquisitivo) que, aunque en la última sesión decidió mantener inalterada la tasa de interés (5,25%) debido a que los riesgos supuestamente disminuyeron, sigue preocupado porque el crecimiento del crédito permanece alto, especialmente el de consumo. Ello indica que los hogares han elevado significativamente su grado de endeudamiento.
Esa es una de las razones por las cuales el Banco de la República incrementa las tasas de interés de intervención, pues esto se refleja en los créditos de las entidades financieras, desestimulando la solicitud de los mismos. Sin embargo, los colombianos al acercarse a un asesor comercial para acceder a un crédito parece que solo les preocupa si tendrán la capacidad de hacerse cargo de la cuota mensual, sin conocer exactamente cuánto terminarán pagando por el bien por el cual se están endeudando.
Esto sucede en los créditos hipotecarios, pero en los de consumo el precio es más alto, pues en los primeros hay una garantía respaldada por una prenda, un inmueble, mientras que para consumo el riesgo es más alto para los bancos porque es un dinero que no tiene respaldo alguno y el deudor puede simplemente desaparecer.
La reflexión: triste no contar con el total del dinero para comprar de contado. Pero de eso se trata la Tasa de Interés, un excedente que se traduce en el precio por poder contar con el dinero para la compra que llevará a cabo el consumidor o, como lo explica el Banco de la República, “la tasa de interés es el precio del dinero en el mercado financiero. Al igual que el precio de cualquier producto, cuando hay más dinero la tasa baja y cuando hay escasez sube”.
Cuando la tasa de interés sube, los demandantes (consumidores) desean comprar menos, es decir, solicitan menos recursos en préstamo a los intermediarios financieros (bancos), mientras que los oferentes (ahorradores) buscan colocar más recursos en cuentas de ahorros, CDT, etc. Lo contrario sucede cuando baja la tasa: los demandantes del mercado financiero solicitan más créditos y los oferentes retiran sus ahorros.
Existen dos tipos de tasas de interés: la tasa pasiva o de captación, es la que pagan los intermediarios financieros a los oferentes de recursos por el dinero captado; la tasa activa o de colocación, es la que reciben los intermediarios financieros de los demandantes por los préstamos otorgados. Esta última siempre es mayor, porque la diferencia con la tasa de captación es que permite al intermediario financiero cubrir los costos administrativos, dejando además una utilidad. La diferencia entre la tasa activa y la pasiva se llama margen de intermediación.
El vicepresidente de Mercadeo Masivo del Banco Caja Social, Carlos Iván Villegas, describe que las tasas de interés funcionan como cualquier negocio en el que se necesita una materia prima, que para el caso es el dinero, la cual tiene un costo. “Los 10, 20, 30 ó 100 millones de pesos que la entidad financiera presta para un crédito hipotecario tienen un costo (costo de fondo), al cual incurre la entidad para tener esos recursos a disposición de quien los necesite”.
Ese costo del dinero lo determina el Banco de la República con sus políticas monetarias, en una sesión mensual en la que se reúne la Junta Directiva para evaluar las variables macroeconómicas y, a partir de ello, decidir si bajan las tasas, las suben o las mantienen, tal y como sucedió en la última reunión cuando las sostuvieron en 5,25%”.
Es así como la Junta Directiva ha venido adoptando las decisiones que considera oportunas y adecuadas y, a partir de febrero de 2011, empezó a retirar paulatinamente el estímulo monetario, mediante nueve incrementos de 25 puntos básicos (pb) en la tasa de interés de política que pasó de un nivel de 3%, propio de una economía que amenazaba con entrar en recesión, a uno de 5,25%, más consistente con una demanda interna dinámica y con una brecha de producto positiva. Estos incrementos han contribuido a que la rápida tendencia al endeudamiento que se observó a lo largo de 2011 empiece a moderarse, especialmente el de las empresas. No obstante, el crédito sigue creciendo a tasas altas, lo que motiva el gasto y, por supuesto, el aumento de la inflación.
Costos adicionales del crédito |
Para ese costo de la materia prima existen otras consideraciones, según Villegas, para lo cual existe el ente regulador, la Superintendencia Financiera, quien determina las tasas máximas que pueden cobrar los bancos por línea de producto, es decir, controla el tope para los créditos hipotecarios, para los créditos de consumo, etcétera (Tasa de Usura). Villegas asegura que en Colombia las tasas de interés para créditos todavía son “históricamente” bajas comparadas con las que hubo en el país hace unos 10 años, cuando alcanzaban hasta el 30 y 40%. Es decir, si en el ejemplo dado se paga el doble por un apartamento de 75 millones con una tasa que apenas supera el 13%, hay que hacer el cálculo con tasas de 30 y 40% para evidenciar que la situación realmente es más razonable actualmente.
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