Quienes van a poner algo de sus ahorror en estos títulos deben ser conscientes de los riegos. Así mismo deben informarse sobre las firmas y preguntar. Como nunca antes, hoy un creciente número de colombianos está considerando las acciones como una alternativa para hacer rendir sus ahorros, pues los exitosos casos de Ecopetrol, ISA y Davivienda se han convertido en una motivación para no renovar los CDT o para sacar la plata guardada debajo del colchón.
Sin embargo, si usted es de los que se quieren estrenar como accionistas, lo primero que tiene que tener claro es que no existe garantía de que a la acción que va a comprar le va a pasar lo mismo que a la de Davivienda, que en poco más de seis meses ha ganado 28,5 por ciento (equivalente a 65 por ciento efectivo anual), pues su preció arrancó en 16.160 pesos y hoy está en 20.720.
Justamente, la naturaleza de las acciones radica en que los precios fluctúan y, si no está preparado para eso, es mejor que se quede con los CDT, cuyos rendimientos son bajos, pero garantizados.
Si con esa advertencia continúa interesado, el siguiente paso es definir qué tanto riesgo está dispuesto a asumir, es decir, qué tantas pérdidas puede soportar, pues una de las máximas de la inversión es que los mayores riesgos son los que dan las mayores ganancias, pero también las mayores pérdidas.
Algunos inversionistas, los más arriesgados, compran y venden acciones en el corto plazo para obtener utilidades rápidas. Por ejemplo, la acción de Davivienda, en menos de tres meses llegó a 23.300 pesos, lo que no quiere decir que los que no vendieron en ese momento estén perdiendo. Así mismo, las acciones del Grupo Aval tuvieron un mal arranque en 1999, cuando comenzaron en 186 pesos, pero con la crisis de esa época, a comienzos del 2001 se desplomaron a 90,50 pesos. Los que vendieron a ese precio sí perdieron, pero los que tenían claro que la apuesta era de largo plazo se quedaron y hoy su acción vale 1.350 pesos.
La moraleja es que, si no es experto, ni tiene debilidad por el riesgo, invierta en acciones para el largo plazo, es decir, mínimo un año. Con esto, si se presentan caídas, tendrá espacio para recuperarse. Por este mismo motivo, no invierta el dinero que tiene guardado para un gasto específico (compra de vivienda, pago de universidades), pues se arriesga a que el día que necesite hacer su pago, la acción esté más barata de lo que la compró.
Así mismo, las acciones son un ahorro especial para los niños. «Son un buen ‘seguro educativo’ porque, en una apuesta de plazos largos, el 90 por ciento de las acciones han mostrado resultados favorables», dice Andrés Ortiz, de Global Securities.
En Antioquia, uno de los departamentos de mayor tradición accionaria del país, tienen la costumbre de regalarles acciones a los niños y, en las pasadas democratizaciones accionarias de empresas estatales, los niños tenían prioridad, es decir, que los paquetes que se pidieran a su nombre estaban garantizados.
¿Cuál comprar?
Una vez definido su perfil de riesgo, la siguiente decisión es qué comprar, pues si bien el mercado de acciones de Colombia es relativamente pequeño (solo 84 empresas están inscritas en Bolsa, mientras en Chile y en Perú superan las 200), es clave que analice el tipo de empresa que se ajusta a usted. «Lo ideal es poder invertir en empresas de varios sectores para diversificar el riesgo.
Además, hay algunas cuyos precios son muy volátiles y otras con precios que se mueven menos», explica Santiago Melo, de Acciones y Valores, y agrega que esta situación es evidente en las firmas del sector petrolero: «la de Ecopetrol es la que tiene precios más estables, debido al tamaño y tradición de la empresa. La de Canacol, una firma más pequeña, y por ende más vulnerable a distintas situaciones, tiene precios que fluctúan más, y la de Pacific Rubiales está en el medio».
Antes de comprar, es clave mirar la salud financiera, las perspectivas de su negocio y qué tan bien posicionada está la empresa. Esto no implica que tenga que convertirse en un experto en balances, pero sí que al menos esté al tanto de las noticias de la empresa en la que puso su dinero.
Aquí también es muy útil la asesoría de los comisionistas de bolsa, quienes realizan todos los análisis técnicos para saber qué tanto puede rendir una acción y si es apta para su perfil.
Sáquele el jugo a su comisionista y pregúntele todo lo que se le ocurra sobre su empresa (pues usted, aunque pequeño, también es socio), para determinar cuándo vender.
«El momento justo depende de cada persona: de cuando se sienta cómoda con el precio. Es igual a quien compra un apartamento en 100 millones de pesos y lo vende en 130 millones. Si bien los precios de la finca raíz siguen subiendo, la persona consideró que en ese punto hizo un buen negocio», explica Ortiz, de Global Securities.
Los costos de ser accionista
A diferencia de otras inversiones, las acciones tienen la gran ventaja de estar libres de impuestos, pero tienen la particularidad de que solo se pueden negociar a través de comisionistas de Bolsa y estos cobran una comisión por hacer esa intermediación. En las democratizaciones accionarias, la comisión de entrada es pagada por la empresa que vende sus acciones, pero si una persona entra por su cuenta debe pagar dicha tarifa, que oscila entre 0,5 y 1 por ciento del monto y que es más baja entre más dinero se invierta.
Al vender, la comisión siempre corre por cuenta del accionista y el pago se hace tres días después de efectuada la transacción. José Luis Alayón, de Acciones y Valores, explica que las acciones no tienen otro costo adicional, con excepción de cuando se hace traslado de una comisionista a otra.
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