Un contexto externo desfavorable en los países desarrollados, unido a uno interno favorable, de crecimiento y grandes oportunidades, convierten a Colombia en un gran destino para inversionistas en busca de alternativas rentables de inversión.
En lo que va corrido del año, la Bolsa de Valores de Colombia ha sido la más rentable del mundo, con una valorización de 26,8% en pesos y 31,7% en dólares. Las emisiones de acciones y bonos efectuadas por empresas colombianas han sido sobredemandadas por los inversionistas. Una vez colocadas, se han valorizado fuertemente, en algunos casos entre 10% y 20% antes de los primeros 30 días.
Esto que está sucediendo en el mercado de valores colombiano no es más que el reflejo de lo que ocurre en la economía. El país como un todo se está valorizando. Lo estamos viendo en todos los activos, tanto financieros como de finca raíz, empresas y demás.
De otra parte, las cifras más recientes de inversión extranjera directa muestran una diversificación hacia sectores diferentes de los tradicionales (minas, energía e hidrocarburos), en favor de compras de activos en sectores como comercio e industria. A mayor demanda de activos, mayor tendencia a la valorización.
¿Cómo se explica la gran afluencia de inversión hacia el país? ¿Es un fenómeno temporal, o tiene un carácter permanente?
Varias razones llevan a pensar que no es algo pasajero. Para empezar, aquí sigue siendo válida la afirmación de que en Colombia todo está por hacer. El país está por construir y es natural que el capital internacional encuentre usos de alta productividad. Hay grandes deficiencias y brechas por cubrir en toda clase de infraestructura (transporte, vivienda, comunicaciones… la lista es larga). Los consumos per cápita de todo tipo de bienes figuran entre los más bajos de la región. Las demandas insatisfechas son la norma y no la excepción.
Desde una perspectiva más coyuntural, es incuestionable que Colombia es hoy un país muy atractivo como destino para las inversiones. La combinación de bajas tasas de interés y buenas expectativas de crecimiento, frente a una coyuntura de bajo crecimiento y bajas tasas de interés en los países desarrollados, nos convierte en polo de atracción para los capitales internacionales.
Esto, sin duda, cambia las perspectivas de los inversionistas y los lleva a buscar alternativas de inversión más rentables en la bolsa, en finca raíz y en otros activos. Se presenta también un círculo virtuoso: puesto que el costo de capital está bajo, las empresas invierten en proyectos de expansión que les agregan valor, lo que incrementa el crecimiento y el optimismo, con lo cual llega más inversión y se reduce el costo de capital.
Además, puesto que el valor de un activo no es más que el flujo futuro esperado del mismo, descontado a una tasa de interés, es evidente que el cambio en las expectativas de crecimiento, junto con un nivel de tasas de interés bajo, necesariamente lleva a que todos los activos valgan más.
Así, en medio de un contexto interno de revaluación del peso y otro internacional de bajísimas tasas de interés, malas perspectivas de crecimiento y alto riesgo de devaluación del dólar, es de esperar que cualquier inversión en Colombia sea atractiva.
Otro enemigo podría ser un alza sustancial de las tasas de interés domésticas. En este caso, el principal actor que determinaría el resultado es el Banco de la República y su preocupación estaría por el lado de contener la inflación. Sin embargo, a pesar del crecimiento reciente, aún no vemos presiones inflacionarias y el propio estancamiento de la economía global contribuirá a que ello se mantenga así.
En suma, es probable que prosiga la valorización de activos en la economía colombiana. En la coyuntura económica actual, los inversionistas internacionales seguirán llevando sus capitales a los países emergentes. El escenario de una valorización adicional debería tener una alta probabilidad entre las alternativas posibles que enfrentan los inversionistas.
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