Los nuevos regímenes de inversiones, solvencia y reservas técnicas, así como recientes reglamentaciones para ramos específicos, deberían acelerar el tránsito hacia una industria aseguradora más profesional y robusta patrimonialmente.
Los cambios en la regulación de la industria de seguros obligarán a las empresas a meterse la mano al bolsillo y así garantizar que tienen los recursos suficientes para cubrir todos los riesgos en que incurren. Pero, además, les exigirá grandes inversiones en tecnología y capacitación para mejorar sus sistemas de información y análisis de riesgo, y así lograr que su actividad principal -el negocio de asegurar-sea rentable. En el sector se estima extraoficialmente que la actualización de las tablas de mortalidad, que ya está en vigencia, y los cambios previstos en el régimen de reservas técnicas, podrían requerir una capitalización superior a $1 billón para el conjunto de compañías, lo cual representa alrededor del 13% de su patrimonio actual.
Aunque las aseguradoras no tendrán que girar estos recursos inmediatamente, sí se espera que los nuevos requerimientos de capital e inversiones presionen un reacomodo en el sector que podría implicar la consolidación de las compañías pequeñas para dar paso a firmas de mayor tamaño.
El objetivo de los cambios es llevar la regulación a estándares internacionales, fortalecer la industria y obligarla a profundizar el conocimiento de su negocio y del riesgo, según explicó el superintendente Financiero, Gerardo Hernández, durante la reciente convención del sector. «Los cambios normativos implican un mayor conocimiento de la industria y los riesgos que enfrentan, lo cual demandará una mayor tecnificación humana y de procesos», afirmó en su discurso.
En últimas, lo que se espera es cambiar el modo tradicional de operación de las aseguradoras, que se acostumbraron a recuperar las pérdidas que registran en su negocio principal con el rendimiento de su portafolio de inversión. De hecho, durante los primeros nueve meses del año, las compañías perdieron $472.392 millones en el resultado propio de la operación de asegurar (resultado técnico) debido a la intensa guerra de precios en que se encuentran, pero como ganaron más de $1,72 billones por el rendimiento de sus inversiones, el sector en su conjunto terminó arrojando unas utilidades finales por más de $1 billón durante el periodo -$1’056.198 millones- (ver tabla).
Actualización normativa
Los principales cambios para el sector asegurador están contemplados en el régimen de inversiones, el régimen de solvencia y la actualización de las tablas de mortalidad. Además, están en discusión las modificaciones en el régimen de reservas y en reglamentaciones que afectan ramos específicos como terremoto y cumplimiento, así como los propuestos en la reforma a la salud que afectará ramos como el Soat y vida grupo.
El nuevo régimen de inversiones, expedido el pasado 6 de agosto (decreto 2953 de 2010), amplía el portafolio de activos admisibles para las aseguradoras, al permitirles invertir en fondos de capital privado, acciones de baja bursatilidad y bienes inmuebles, entre otros. No obstante, las aseguradoras consideran que todavía sigue siendo muy restrictivo y que no tendrá mayor impacto sobre la estructura de sus portafolios ni sobre el mercado de capitales. «El nuevo régimen de inversiones se acerca mucho al aplicable a los Fondos de Pensiones. Sin embargo, en el negocio asegurador, el consumidor no ve afectado el monto del pago del siniestro debido a los resultados financieros de la aseguradora. Por esto, las restricciones de inversión del sector se deberían establecer con criterios diferentes a los de otros inversionistas institucionales», afirma Fasecolda. El portafolio de inversiones de la industria alcanza alrededor de $21,2 billones.
Por su parte, el régimen de solvencia establecido con el decreto 2954 de 2010, incluye nuevos riesgos en el cálculo del nivel de patrimonio adecuado de las compañías, es decir en el capital adicional que deben mantener para cubrir pérdidas inesperadas. Antes de la expedición del decreto solo se tenía en cuenta el riesgo de suscripción, que es el inherente al sector asegurador, pero ahora también se incluyen los riesgos de mercado y el riesgo de la calidad de los activos. La industria, encabezada por Fasecolda, considera que «el decreto fue algo precipitado y deberá armonizarse con los cambios que se introducirían al régimen de reservas».
Por su parte, la actualización de las tablas de mortalidad es una de las modificaciones que va a implicar mayores capitalizaciones y por esto la Superfinanciera estableció un plazo de 20 años para que la industria aumente sus reservas. Las nuevas tablas reconocen un aumento en la expectativa de vida de los colombianos de cuatro años en el caso de los hombres y de siete para las mujeres, con lo cual las aseguradoras que tengan a su cargo pensionados y rentas vitalicias deberán incorporar nuevas reservas para cubrir estos pagos futuros.
Sin embargo, la modificación más esperada es la del régimen de reservas técnicas, que lleva más de dos años en discusión. Su objetivo es que las empresas puedan calcular con mayor exactitud los riesgos en que incurren y, por tanto, las reservas que necesitan para cubrirlos. Como se está planeando actualmente, la estimación de los riesgos deberá hacerse prácticamente póliza a póliza, con métodos actuariales más modernos que llevarían a un reconocimiento más oportuno y acabarían con algunas prácticas que permitían demorar la provisión de reservas. También cambiaría la forma en que las aseguradoras devengan las primas (reconocen el ingreso efectivo) e incluso forzaría a que los resultados de cada línea de negocio fueran positivos al tener que cobrar tarifas suficientes.
En cuanto a las reglamentaciones de ramos específicos, en terremoto se busca calcular los riesgos realmente asumidos mediante mejores sistemas de evaluación que consideren la sismicidad específica y características de las edificaciones e incentivar que las entidades retengan mucho más riesgo y se fortalezcan patrimonialmente para enfrentar este tipo de eventos.
En el ramo de cumplimiento, se vio que las aseguradoras se estaban exponiendo a un riesgo alto por la concentración de contratos en un solo contratista, por lo que se busca viabilizar el aseguramiento de los grandes proyectos de infraestructura sin incurrir en riesgos excesivos.
El modo típico de actuar de las aseguradoras ha impedido que la industria crezca con todo su potencial. El sector sigue con una penetración de 2,7% del PIB, frente a tasas de 3,9% en Chile o 3,1% en Brasil, y muy lejos de los niveles de economías desarrolladas (entre 7% y 15%). Es claro que todas estas normas demandarán un fortalecimiento patrimonial y una mayor profesionalización de las compañías de seguros para tener una industria más competitiva de cara a la liberación del sector en 2013. Ojalá esto también contribuya a la masificación de los seguros y a una profundización de la industria en los sectores productivos más vulnerables y estratégicos para el país.
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