Janet Yellen la vicepresidenta de la Fed tiene un buen historial para dirigir al Banco Central, dice Sheila Bair; aunque defiende los estímulos, enfrenta una campaña en contra de un sector dominado por hombres.
Cuando yo era una joven miembro del personal del Senado a principios de 1980, tuve el increíble privilegio de trabajar en la confirmación de Sandra Day O’Connor, quien se convertiría en la primera mujer juez de la Corte Suprema de Estados Unidos.
O’Connor era uno de los pocos modelos de joven mujer profesional en aquel entonces. Aún escaseaban las mujeres en los altos puestos de Gobierno.
Otros ejemplos incluían a la senadora Nancy Landon Kassebaum (republicana de Kansas), la primera mujer en ser elegida senadora por derecho propio y Elizabeth Dole, la primera mujer Secretaria de Transporte.
Bueno, hemos recorrido un largo camino con 98 mujeres en el Congreso estadounidense, entre ellas 20 senadoras. Tres mujeres que sirven en la Corte Suprema y cuatro que laboran en el gabinete presidencial. Sin embargo, hay un segmento del Gobierno federal que aún no ha roto las barreras laborales. Es el segmento más directamente implicado en la supervisión de los mercados financieros de la nación y de las grandes instituciones financieras que los dominan.
La secretaría del Tesoro, la presidencia del Consejo de la Reserva Federal (Fed) y los dos reguladores de los grandes bancos -el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y la Oficina del Contralor de la Moneda- nunca han tenido mujeres al mando.
Los grandes bancos se preocupan profundamente por quién ostenta estos cuatro cargos debido a que estos reguladores pueden tener un gran impacto en sus negocios. ¿Podría haber alguna correlación entre los grupos de altos ejecutivos exclusivamente masculinos de las grandes instituciones financieras de Wall Street y las oficinas de mármol de igual forma exclusivamente masculinas de los grandes reguladores bancarios?
Wall Street, generalmente cargado de testosterona, se siente más cómodo lidiando con chicos que con chicas, y a lo largo de la historia esto se ha visto reflejado en el género de la dirección de estas agencias.
Eso podría cambiar si la heredera que aparentemente sucederá a Ben Bernanke como presidenta del Consejo de la Reserva Federal, Janet Yellen, es nominada para el cargo por el presidente Barack Obama. Ciertamente, no hay un candidato mejor calificado para ocupar el lugar de Bernanke cuando él se retire en enero.
Yellen, una destacada economista, dirigió el Consejo de Asesores Económicos durante dos años; lideró el Banco de la Reserva Federal de San Francisco durante seis años y ha fungido hábilmente como vicepresidenta de Bernanke desde 2010. A diferencia de Larry Summers, Tim Geithner y Bob Rubin -subordinados mencionados frecuentemente en la prensa financiera como posibles sucesores de Bernanke- ella no fue parte de la camarilla desregulatoria que nos metió en la crisis financiera de 2008.
De hecho, tenía un sólido historial como reguladora bancaria en la Fed de San Francisco y fue una de los pocos en el sistema de la Fed en advertir sobre los riesgos de las hipotecas subprime en 2007.
Entonces, ¿por qué no es el favorito más firme? La campaña de rumores en su contra entre la gente de la industria ha sido ensordecedora: «No entiende los mercados». Traducción: ella podría no sacarnos de apuros si nos metemos en problemas otra vez. «No es lo suficientemente firme». Traducción: no va a luchar por nosotros contra los populistas que quieren más regulación. «Le falta seriedad». Traducción: Ella no aparece muy a menudo en los medios financieros. (Ten la seguridad de que si ella fuera más elocuente, la acusarían de que no sabe trabajar en equipo).
Tal vez el argumento más tonto del grupo «‘anti-Yellen» es que ésta bien calificada mujer no puede ser ascendida porque ningún otro vicepresidente de la Fed ha sido jamás ascendido a presidente. «Simplemente» eso no pasa. ¿Perdón!
La única cuestión sobre Yellen que tiene legitimidad es su postura más suave sobre la política monetaria. Lamentablemente, ha sido una firme defensora de las compras de bonos sin precedentes de la Reserva Federal y de las políticas de tasas de interés cero (ZIRP, por sus siglas en inglés).
Cualquiera que lea mis artículos sabe que he sido una crítica acérrima de las agresivas intervenciones de mercado de la Fed, que han durado demasiado tiempo. Han castigado a los ahorradores, han creando nuevas fuentes de inestabilidad financiera, han agravado la desigualdad de ingresos y han permitido a nuestros funcionarios electos deleitarse con deuda barata, mientras que eluden su responsabilidad de desarrollar políticas fiscales coherentes. (Pero permítanme decir lo que verdaderamente siento).
Al mismo tiempo, no tengo ninguna duda de que Bernanke y Yellen han aplicado estas políticas, aunque erróneas, a causa de su preocupación por la economía real y su temor a que los ciudadanos comunes estarían aún peor sin las medidas de la Fed. Dicho esto, el papel del Senado en la revisión de propuestas es asesorar y consentir (énfasis en consentir), no cuestionar las posturas políticas de los candidatos a presidente.
Aunque una audiencia de confirmación podría ser un foro adecuado para examinar las medidas monetarias no convencionales aplicadas por la Reserva Federal, al final del día la decisión de confirmar debería basarse en las calificaciones del candidato. El presidente, después de todo, ganó las elecciones.
A medida que el panorama económico y laboral han seguido mejorando, aunque modestamente, Yellen podría moderar su postura sobre el dinero fácil. En cualquier caso, ¿quién mejor para sacarnos del mundo inmerso en las ZIRP que una de las personas que nos guiaron hacia él?
Sus detractores deben entender que si el Presidente la quiere como la próxima líder de la Fed, tiene mucha ventaja. El estatuto de aprobación de la instituición la convierte a automáticamente -como vicepresidenta- en presidenta una vez que termine el mandato de Bernanke en enero, independientemente de si el Senado la confirma para el puesto o no.
En lugar de resistirse a la nominación de Yellen, aquellos que quieran un mayor equilibrio de políticas en la Fed debe enfocarse en quién ocupará la vacante de vicepresidente -la cual quedaría abierta si Yellen consigue el puesto superior- al igual que la vacante creada por la reciente renuncia de la gobernadora Betsy Duke. El país se vería beneficiado al llenar estas vacantes con personas que sean un poco más agresivas al fijar las prioridades del Banco Central.
Así como Yellen fue extraída de las filas de los presidentes de la Reserva Federal, otros jefes y exjefes de bancos como Tom Hoenig, Esther George y Jeff Lacker serían excelentes opciones para proporcionar ese equilibrio. Además, Jeremy Stein ha demostrado, tal vez más que cualquier otro gobernador, una apreciación de los riesgos para la estabilidad financiera creados por la imprenta de dinero de la Fed y también sería un excelente candidato para suceder a Yellen como vicepresidente.
Ella claramente es la sucesora más calificada para suceder Ben Bernanke. No hay ninguna razón para desdeñarla en favor de hombres menos calificados. Yellen ya cuenta con una ‘Y’ en su nombre; no necesita una en sus cromosomas.