Inspiración

Cada uno de nosotros en nuestra vida tenemos nobles momentos de inspiración. Sea un sueño, un objetivo, una meta, necesitamos encontrar técnicas o herramientas que nos motiven para alcanzar lo que queremos. Surgen a diario, en diferentes roles. Como compañeros, esposos, trabajadores, jefes, profesores, colaboradores, etc. Necesitamos a diario un “motivo” que nos dé razones para dar lo mejor. Aquello que nos inspira a levantarnos de la cama y cumplir nuestras actividades de forma satisfactoria. Esas cosas a veces simples que nos producen alegría, logro, felicidad. Solo teniendo un motivo y misión de vida puede orientarnos por el camino correcto.

Identificando nuestra inspiración es necesario preguntarnos: ¿Cómo inspiro a las personas que están a mi alrededor? ¿Qué hacer para que sean mejores? ¿Pueden llegar a creerlo? Es necesario usar modelos, prototipos, especialmente cuando se trabaja en “grupo” y no en “equipo”. El mejor indicador es el “Ejemplo”. Transmitir y compartir nuestra motivación, conocimiento, ideas. Se necesita que haya coherencia, congruencia. Para dar algo es necesario tenerlo, no se puede dar lo que no se tiene. La coherencia se refiere a la armonía entre lo que se piensa, se siente, se dice, y se hace. Un único lenguaje, claro, transparente. Es “predicar” y “aplicar”.

Cuando las cosas se ponen difíciles surgen muchos interrogantes. Las vicisitudes que vulneran nuestra seguridad o simplemente hacen agitar nuestra zona cómoda. ¿Cómo se pueden superar tales situaciones? ¿Cuáles son las soluciones que nos permiten salir de ciertos baches? Hay muchas respuestas. Inspiraciones que nos motiven a seguir adelante. No quedar lamentándonos por la leche derramada. Existen procedimientos como el autoconocimiento, replantear nuestra misión y existencia, hacer un alto, la meditación y la oración son infalibles, la lectura, la escritura, el arte, los deporte, viajar, la música, labores filantrópicas, los consejos de mentores, etc. Algunas veces necesitaremos “retirarnos al desierto” para conocernos y vencer nuestros propios demonios.

Superar nuestras expectativas debe ser un imperativo personal. Recorrer la milla extra. Es simple, este esfuerzo nos pone en un nivel superior. Nos reta a ser mejores, no los mejores. A ser excelentes, no perfectos. La competencia es con nosotros mismos, no con los demás. Se convierte en una filosofía de vida. Esperar dar lo máximo, lo mejor de nosotros. Es templar nuestro carácter, estirar nuestra zona de confort y adentrarnos en dimensiones superiores. Se requiere compromiso y disciplina. No solo “tratar”, “procurar” o “intentar”. Millones de personas estarían agradecidas poder comprender que son importantes, valiosas y sobre todo, “tienen derecho a soñar en grande”. A veces, se necesita solo una pequeña semilla, una luz, para descubrir el gran potencial y talento que cada uno llevamos.

¿Qué te inspira levantarte día a día? ¿Cómo inspiras a quienes te rodean? Siempre se debe pensar en “hacer lo máximo que se pueda”.

Fuente:

Inspiración 

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