La revaluación del dólar está generando preocupaciones contradictorias por la forma como viene siendo conducido el tema de la política cambiaria. Todo el mundo lo sabe, en buena parte el dólar se debilitó como consecuencia de la situación de deterioro de las finanzas públicas de Estados Unidos y de las perspectivas de su bajo crecimiento económico.
Así como el real brasileño, el mismo Fondo Monetario Internacional ha aceptado que el peso colombiano se encuentra excesivamente valorizado y las presiones sobre el este siguen siendo grandes, además que bancos e inversionistas apuestan a más revaluación. Sin duda, esa mayor caída de la cotización del peso es la disparada de las exportaciones de los llamados commodities que el país exporta por mayores volúmenes y precios, además de las perspectivas de entrada de inversiones directas gigantescas para esos sectores.
Tampoco la compra de dólares por parte del Banco de la República es satisfactoria frente a las grandes necesidades de creación de demanda para el dólar, adicionado al volumen de reservas del país, que se convierte en factor de atracción de más recursos una vez se blinda la economía de posibles crisis y aumenta la probabilidad de que Colombia obtenga el Grado de Inversión para atraer mayores capitales y más baratos.
No obstante, un desequilibrio mayor está en cómo financia el Gobierno su déficit fiscal, es decir, el déficit en cuenta corriente y su deuda pública externa e interna, no en el superávit de la balanza de pagos por precios de exportaciones, que son sólo transitorios y no sustentables en el largo plazo. Además, la regla fiscal debe controlar la entrada de divisas producto de esa bonanza de precios. El meollo está en la entrada de capitales en busca de la remuneración proporcionada por las altas tasas de interés para atraer recursos de los mercados internacionales.
Y no es que la tasa básica del Emisor esté alta, el principal motivo de los intereses elevados tiene que ver con la presión de la política fiscal o el exceso de gastos del sector público.
Para que los intereses puedan caer y se puedan alinear a los externos, y como resultado disminuya la entrada de capitales, el Gobierno tendrá que ser más firme en la conducción del tema fiscal. Sólo la formación de un déficit nominal de cero, donde las cuentas públicas incluyan los intereses de la deuda en el total de gastos y no que sean reincorporados en el principal, será capaz de disminuir la entrada de capitales y reducir estas tasas.
Una razón final es la participación de bancos e inversionistas con fuertes posiciones vendidas en los mercados a la vista y futuro del dólar apostando a la valorización del peso. Esta apuesta, en el caso de Brasil, está del orden de USD$18 millardos. Por ejemplo, el Banco Central de Brasil piensa utilizar un swap de cambio reverso, identificado como un arma poderosa para contener la variación de la moneda. Esta operación equivale al intercambio de variación cambiaria y tasa de interés que desestimula las operaciones vendidas en el mercado a la vista y las apuestas especulativas en el mercado a plazo.
La situación actual no da para pensar en un giro en la tendencia del cambio sin la necesaria adopción de medidas agresivas, tanto en el mercado a vista como en el mercado futuro de dólar, y comenzar por exigir al Gobierno mayor disciplina y responsabilidad fiscal.
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