La maldición del petróleo

La ciencia y la tecnología atrapadas en el laberinto de negociación y captura de rentas de regalías. ¿Colciencias está preparada para actuar en este contexto, sin ceder a las presiones de algunas comisiones regionales de competitividad, dueñas de regalías y rentas? Opinión de Hernán Jaramillo Salazar.

 

Por: Hernán Jaramillo Salazar *

Las últimas convocatorias de Colciencias han sido llamadas ‘modelos para el nuevo ambiente de regalías´, parecen estar más orientadas a programas de intervención que de ciencia e innovación. Responden más a una nueva concepción de redes, que no están formadas por pares académicos ni por comunidades de conocimiento, ni por la relación y reglas académicas y científicas, sino por relaciones institucionales, con pares-impares, ONGs, ‘sector privado´, representantes de gobierno [alcaldes y gobernadores] y academia, no precisamente en las que se forma la excelencia, o en convocatorias en que se eliminan la mayoría de temas de ciencias sociales – solo porque ‘alguien’ consideró que el único tema relevante para el país es la paz -, y que en los demás campos en los que se ha trabajado en investigación [desde la filosofía, la sicología, la antropología, la economía, la historia, entre otros, las ciencias sociales no pueden aportar, porque para el país que ese “alguien” se imaginó, los temas no son parte de los problemas prioritarios y relevantes de la nación]. Igual ocurre cuando desde la institucionalidad de Colciencias se define que en el campo de los nuevos materiales solo son prioritarios los temas asociados a los «nuevos materiales para vías terciarias».

¿Es esta la agenda de largo plazo y estratégica de país? ¿Quién define las prioridades y áreas temáticas en el ‘nuevo contexto’ en que ya no lideran los Consejos Nacionales de Ciencia y Tecnología de los Programas? Las regalías traen desde antes de iniciarse en su ‘negociación’ un cambio de gobernabilidad en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, en la que prima la interpretación burocrática de gobierno y no de Estado. Y en la nueva estrategia de formación de recursos humanos se empieza a priorizar en el discurso el financiamiento para la formación doctoral, no en los países ni en las universidades prestigiosas del mundo sino en América Latina, «porque es menos costosa».

La expresión de bien público mayor en los países desarrollados, que jalonan la ciencia, tecnología e innovación [CT&I], financian esta actividad con los presupuestos generales de nación, porque ellos representan el interés de bienes supremos de la sociedad y la voluntad política de Estado y no la negociación de intereses particulares provenientes de rentas que tiene ‘dueños’. No aprendemos la lección y hemos dejado, con la co-responsabilidad de la academia y de la comunidad científica, que los destinos de CT&I entren por la puerta que conduce a la negociación privada de intereses y rentas.
Muchas de las nuevas convocatorias, han traspasado el umbral del camino hacia la destinación específica y la negociación de rentas, dirigiéndonos al mundo de la ‘seudociencia’, la competitividad espuria sin innovación, y el alejamiento de temas estratégicos de nación, en los que están representados bienes públicos mayores como el de la salud, o del sector agrícola, que no son regionales per se, y que aunque tengan particularidades, no se resuelven necesariamente desde la región.

Hay problemas específicos regionales, que necesitan para su comprensión, su estudio y aporte de conocimiento e innovación, las capacidades nacionales construidas [liderazgo de universidades de excelencia en el campo de la ciencia y la innovación, los grupos y centros de excelencia, entre otros].
¿Vamos a abandonar capacidades científicas, tecnológicas y de innovación construidas? O ¿vamos a inducir a los centros y grupos de excelencia, a entrar en el laberinto de la negociación temática por regalías, que no necesariamente conducirán a resolver problemas del país?

Regresemos al financiamiento derivado del presupuesto general de la nación y no nos dejemos ‘seducir por los fondos de destinación específica, con dueños y capturadores de rentas’. No perdamos la independencia y la relación con los bienes públicos mayores de la sociedad para poder aportar desde la excelencia a su conocimiento y solución. ¿No seremos capaces de convertir la porción de regalías de ciencia y tecnología en un fondo nacional, de propiedad de todos los colombianos, por fuera de las enseñanzas del escenario de lo que está ocurriendo como ‘modelo’ en Puerto Gaitán y volverlas una expresión de bien público mayor en el que se dialogue y se integre libremente sin negociación la relación región-nación?

Este es el verdadero reto de construir una política pública en la que se represente el interés de todos los ciudadanos con mínimas negociaciones y no más allá de las que imponen las restricciones de la economía política.

Fuente:

A propósito del artículo – La maldición del petróleo

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