Al tocarse el tema de las finanzas en el hogar o en la pareja normalmente se habla de la distribución de los gastos o del ahorro para objetivos comunes, pero las finanzas domésticas van más allá que sólo cubrir los gastos o ahorrar dinero juntos. Hablamos de individuos con recursos, necesidades, sueños y metas propios que viven juntos, viéndose por ello en la necesidad de cubrir necesidades comunes para lo cual cada uno requiere donar una parte de sus propios recursos.
Entonces, ¿qué hacer para tener finanzas sanas en el hogar de manera que no sea el dinero un motivo de rompimiento? Existen cuatro premisas que, al comprender las y actuar conforme a ellas, se evitan muchos dolores de cabeza fortaleciendo la armonía y colaboración entre los miembros de la familia:
I. Al vivir dos o más personas juntas mantienen sus necesidades y sueños personales, requiriendo de recursos para cubrirlas y llevarlos a cabo.
II. El vivir juntos conlleva un esfuerzo común para el mantenimiento y la continuidad de los servicios del hogar, así como para mantener la integración y relación entre sus miembros brindándoles oportunidades de desarrollo y esparcimiento.
III. Para aportar a las finanzas del hogar no hace falta tener un ingreso. De hecho, el dinero es el recurso menos valioso de entre los que dispone una persona ya que en realidad es, únicamente, una herramienta estandarizada de intercambio.
IV. Vivir el principio de subsidiaridad, es decir, que quien tiene mayores recursos a su disposición apoya a quien menos tiene en un espíritu de solidaridad.
Pero vayamos por partes…
Los Recursos
Cuando hablamos de recursos lo primero que se nos viene a la cabeza es el dinero, ¿No es así? Y para todos es claro: Una necesidad básica es el vestido, y para adquirirlo necesitamos dinero para comprarlo ¿verdad? Bueno, pues no necesariamente. Si sabes costurar (recurso: conocimiento), tienes telas en casa (recurso: materia prima) y el tiempo para hacerlo (recurso: tiempo), podrías hacer tu propia ropa.
¿Y qué me dicen por ejemplo, de reparar una fuga de agua? En este caso podrías contratar un plomero (recurso: dinero), pedirle apoyo a un amigo que sabe hacer la reparación (recurso: contacto) o hacerlo tú mismo (recursos: fuerza física y conocimiento).
Como podemos ver, entre los dos ejemplos anteriores nos encontramos con 6 recursos distintos para resolver las mismas necesidades, y de ellos, ¡el dinero es el menos valioso! Y con ello me refiero a que sólo puedes usar una vez el dinero porque se gasta, mientras que puedes aprovechar tu conocimiento, tu fuerza física o a tus contactos tantas veces como los necesites. Y mientras el tiempo se va y no vuelve jamás, el dinero puedes recuperarlo, te lo pueden prestar y hasta lo puedes ahorrar.
En conclusión,
Para la planeación financiera del hogar es recomendable identificar los recursos que tiene a su disposición cada uno de los miembros de la familia sin distinción de edad o género.
Ejemplos de lo anterior es que un niño puede con su fuerza física bañar al perro, mientras que una persona de la tercera edad podría con sus conocimientos y experiencia apoyar en las tareas escolares a sus nietos. Con esto evitas tener que destinar parte de tus ingresos a contratar los servicios de un maestro particular o de una estética canina, consiguiendo con ello el poder destinar ése recurso monetario (el dinero) a cubrir otras necesidades.
Individualidad Vs. Comunidad
Muchas veces he escuchado discusiones respecto a cómo distribuir los ingresos debido a diferencias en cuanto a prioridad así como a puntos de vista opuestos, o sobre por qué un miembro de la familia tiene más derecho/necesidad que otro para comprar algún producto o contratar un servicio. De hecho, no podemos sustraernos a la realidad de que por más que nos amemos y disfrutemos vivir juntos, tenemos diferencias… ¡Y gracias a Dios que las tenemos! Ya que ellas nos permiten complementarnos, crecer como personas y construir relaciones fuertes con quienes vivimos.
¿Y cómo podemos compaginar entonces esas diferencias individuales con el bien común? Veamos la siguiente imagen:
Supongamos que la imagen representa una casa en la que vive una familia de 3 miembros: El papá, la mamá y la hija.
- Cada uno de los círculos representa las necesidades y los recursos de cada una de las personas que viven en la casa. En nuestro ejemplo: el rosa para la mamá, el azul para el papá y el verde para la hija.
- Si observas el dibujo los círculos se intersecan en varios puntos, representando la letra R las necesidades y recursos destinados a la relación entre los miembros de la familia, mientras que la H representa las necesidades y recursos destinados para la manutención del hogar y el bien común.
Buscando aterrizar lo anterior en un ejemplo, tenemos que la mamá tiene necesidades de diferente tipo:
- Particulares representadas por el círculo rosa, donde podemos encontrar necesidades básicas como el vestido hasta trascendentales como la educación y el estudio, pasando por necesidades materiales como adquirir un teléfono inteligente.
- Compartidas con su esposo y representadas por la zona de intersección (R) de color morado, donde encontramos necesidades como salir a cenar juntos, participación en eventos sociales como pareja (bodas, recepciones) o el fortalecimiento de la relación conyugal.
- Comunes a todos aquellos que viven en la casa e incluidas en la zona central H, como son el servicio de luz, agua o teléfono, pero también el tener la casa arreglada, la ropa limpia o al perro bañado.
La familia comienza a vivir una verdadera armonía cuando sus miembros comprenden, sin egoísmos,
- la realidad de esos tres tipos de necesidades y la importancia de cubrirlas;
- que cada necesidad tienen una prioridad de atención y de asignación de recursosdiferente a las demás (es prioritario llevar a un miembro de la familia al médico ante una emergencia aunque ello signifique sacrificar el ir a un partido de fútbol, o comprar las medicinas que necesita el enfermo sobre el adquirir un tinte para el pelo);
- la importancia de diferenciar la necesidad del deseo. Supongamos que el papá identifica la necesidad de compartir tiempo con su hijo por lo que decide llevarlo a los partidos de fútbol de su equipo favorito, con el detalle que los recursos económicos en su casa son limitados. En un escenario así es casi seguro que en algún punto habrá una discusión con su esposa por la prioridad de los gastos del hogar, donde el papá defenderá su derecho de pasar tiempo con su hijo… Pero, ¿lo que está defendiendo es realmente cubrir esa necesidad compartida? Este es un claro ejemplo de cómo puede desvirtuarse una necesidad en un deseo: para pasar tiempo con su hijo no tienen forzosamente que ir a todos los partidos de su equipo, sino que pueden ir al parque a jugar con la pelota, o hacer una cascarita con amigos y vecinos.
En conclusión,
Para la planeación financiera del hogar es recomendable identificar las necesidades particulares, compartidas y comunes de quienes integran a la familia, señalando su prioridad y diferenciando la necesidad en sí del deseo de cómo resolver esa necesidad.
La Subsidiaridad
En cualquier hogar y en cualquier familia podemos observar que los recursos no están repartidos de forma homogénea entre sus miembros, y que las necesidades no guardan proporción con los recursos que posee una persona. Un ejemplo sencillo es el de un recién nacido, quien no cuenta con recursos propios para sobrevivir ni para aportar para las necesidades comunes del hogar, consumiendo, no obstante, muchos recursos de sus padres.
Lo anterior provoca que no pueda hablarse de equidad o proporcionalidad a la hora de asignar los recursos personales al fondo de manutención del hogar, así como tampoco puede limitarse el disfrute de servicios comunes con respecto a cuántos recursos aportó la persona. Al contrario, el apoyo que se brindan los miembros de una familia entre sí es gratuito y desinteresado (o en teoría así debería ser), de manera que los miembros con mayores recursos protegen y apoyan (subsidian) a los que menos tienen.
En conclusión,
Durante la planeación financiera del hogar y la asignación de recursos para las necesidades comunes deben privilegiarse la solidaridad, la búsqueda del bien común y el apoyo mutuo, brindando cada quien los recursos de los que disponga de acuerdo a sus posibilidades.
El implementar estas cuatro premisas en tu dinámica familiar les ayudará a alcanzar una mejor calidad de vida, un consumo más eficiente de sus recursos, así como mayor integración y mejor comunicación entre sus miembros.
¿Tienes alguna experiencia que quisieras compartir con nosotros? ¿Te quedó alguna duda o inquietud? Déjanos tus comentarios, los cuales seguramente enriquecerán a otros lectores.
Fuente:
Bases para una planeación financiera sana y solidaria en el hogar