La incertidumbre sobre los posibles efectos de los recortes de los estímulos de la Reserva Federal en la economía de Estados Unidos ya está siendo reflejada en los mercados. Lo cierto es que este recorte no sólo se sentirá en Estados Unidos, ya muchos países sienten sus efectos y también intentan adelantarse a las consecuencias. Ese es el caso de los BRICS, un término acuñado para países con economías ascendentes, en este caso los conformados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Así, los grandes países de mercados emergentes trabajarán juntos para limitar los efectos que un fuerte dólar de Estados Unidos podría tener sobre sus economías, mientras la Reserva Federal apunta a sus planes para reducir su enorme programa de estímulo, reconoció el lunes el Gobierno brasileño.
La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, y el presidente de China, Xi Jinping, discutieron al respecto formas de fortalecer la coordinación de políticas en una conversación telefónica, dijo Thomas Traumann, portavoz del Gobierno brasileño.
Rousseff contactará a otros líderes del grupo BRICS, que incluye además a Rusia, India y Sudáfrica, posteriormente esta semana para discutir medidas concretas.
«Los BRICS decidirán sobre medidas coordinadas relacionadas a la apreciación global del dólar de Estados Unidos en una reunión en julio en Rusia», dijo Traumann sin entregar más detalles, según recoge Reuters.
Mientras tanto, Brasil y otros países en desarrollo -hasta hace poco los principales motores de la economía presidencial- están cada vez más ansiosos sobre el esperado retiro del estímulo de Estados Unidos, que ha provocado una liquidación en los mercados globales.
En su conversación con Rousseff, el chino Xi hizo hincapié en que los «nuevos y complejos» acontecimientos en los mercados financieros globales requieren de una coordinación más estrecha entre los BRICS, dijo a Reuters un diplomático que vive en Brasil.
«Existe un consenso de que el BRICS necesita fortalecer la comunicación y coordinación en un momento en el que tenemos factores nuevos y complejos que afectan a los mercados globales», dijo el funcionario, quien estaba al tanto de las conversaciones entre ambos presidentes.
El funcionario, que pidió no ser identificado, no entregó detalles.
En todo caso, las expectativas de que la Reserva Federal de Estados Unidos reduzca su programa de compra de bonos ha presionado al real brasileño a mínimos de cuatro años, lo que ha llevado al Gobierno a eliminar los controles de capital en un intento por atraer más dólares a la economía.
Las acciones brasileñas también se han desplomado a mínimos de más de cuatro años.
La fuerte depreciación del real ha generado preocupaciones sobre el riesgo de compañías locales con grandes deudas en dólares estadounidenses. Una moneda débil también podría avivar una inflación que ya está en niveles altos en Brasil, al aumentar el precio de los bienes importados, recoge un artículo de Reuters.
Los cambios de política
Sólo hace pocos meses, Brasil y otras economías de mercados emergentes culpaban a las políticas monetarias ultra flexibles de los países desarrollados por aumentar el valor de sus monedas y hacer sus exportaciones menos competitivas.
Así, el fantasma de un menor estímulo ha reducido los flujos de capital hacia países como Brasil, deteriorando sus cuentas externas y presionando a la baja el precio de exportaciones clave de materias primas.
Las economías de mercados emergentes en el G-20 han pedido a Estados Unidos que sea más claro en su comunicación de políticas con los mercados para evitar más volatilidad,dijo un funcionario brasileño a Reuters
«Los países de mercados emergentes están preocupados por las consecuencias del retiro del estímulo», dijo el funcionario, quien también pidió condición de anonimato. «Pero en esta oportunidad no tenemos más reservas y herramientas para abordar el problema», agregó.
Durante la crisis financiera global del 2008-2009, los bancos centrales de varias de las mayores economías llegaron a acuerdos para realizar operaciones de swaps de divisas entre ellos para aumentar la liquidez.
En marzo, Brasil y China acordaron crear una línea de swaps de divisas que les permitió comerciar el equivalente de hasta 30.000 millones de dólares por año en sus propias monedas. El swap busca ayudar a las empresas de ambos países a soportar la volatilidad de las monedas.