Las principales preocupaciones sobre la economía se han concentrado en el proceso contractivo de su política monetaria y en la posibilidad que realice un aterrizaje duro con una desaceleración por debajo de 8% en su PIB por la situación mundial.
Sin embargo, un lunar que ha pasado parcialmente inadvertido por los mercados y que puede convertirse en la principal preocupación para la economía mundial es la situación inmobiliaria y crediticia en China. Hace un par de semanas se pronunciaron Moody`s y Standard & Poors sobre la situación de los bancos en China, elevando sus preocupaciones por el rápido crecimiento del crédito y la situación particular del sector inmobiliario.
En cuanto a la situación general de la economía, se conocieron los resultados de crecimiento del PIB para el segundo trimestre de 2011 con una cifra que sorprendió favorablemente a los analistas, 9,5%, que estaría confirmando, una dinámica más sólida de la esperada.
Las cifras en el frente inflacionario no dan tregua, y en el mes de junio el registro se ubicó en 6,4%, por encima del objetivo inflacionario de 4%. La situación inflacionaria en conjunto con la información más reciente sobre la actividad económica, hacen prever que la autoridad monetaria continúe su política contraccionista iniciada en octubre de 2010. Al mismo tiempo que no se descartan otras políticas como las que ha venido realizando el Banco Central tendientes a limitar la expansión del dinero y el crédito. Entre las medidas utilizadas se destaca el incremento en el nivel de requerimiento de reservas a niveles máximos históricos (21,5%) que permitió llevar al crecimiento en M2 a 15,5% en junio de 26,1% registrados a comienzos de 2010 y al crédito a una tasa de expansión a junio de 16,8% frente a las tasas alcanzadas de 34,4% en 2009.
Aparte de los efectos que pueda tener la política restrictiva sobre el sector productivo de la economía China que pueda afectar el precio de los commodities por una menor demanda, no hay que menospreciar los efectos que pueda traer la desaceleración del crédito en el sector inmobiliario, en un entorno en el que el precio de la vivienda alcanzó niveles de crecimiento de 13% anual a abril de 2010 (comparado al promedio de 5,8% desde 2005), y que ha generado algunas alertas sobre una posible burbuja inmobiliaria.
De esta forma, el incremento de los precios de los inmuebles generó que en las principales ciudades como Shanghai y Beijing la vivienda costara el año pasado en promedio 27 veces el ingreso anual de un trabajador medio chino. Por otra parte, el incentivo financiero de la compra de un inmueble se amplió, toda vez que el retorno por depositar dinero en un banco el año pasado ascendía a 2,25% anual frente a la expectativa de valoración del inmueble.
El Gobierno no ha sido ajeno a esta situación y ha venido tomando medidas desde el año pasado. Entre ellas endurecer los créditos, limitar la compra de vivienda. Políticas que han tenido un efecto moderador en el precio de los inmuebles durante los últimos 12 meses, con tasas de crecimiento inferiores al 2,5% en Shanghai o Beijing, que junto con una disminución del nivel de crédito, alivia las presiones a que la burbuja siga incrementándose, e incluso ponen de manifiesto la posibilidad de que esta se desinfle sin generar traumatismos en la economía China.
Ahora bien, en el escenario que las acciones emprendidas no eviten el estallido de la burbuja, las repercusiones no sólo son temidos a nivel local sino a nivel mundial, debido a que las consecuencias sobre el PIB y los mercados pueden ser significativas. Así las cosas, y a pesar que las autoridades se han movilizado para evitar las complicaciones que traería una crisis en el sector inmobiliario, no se puede descartar que ello ocurra y las repercusiones sobre los mercados locales e internacionales, en medio de los fantasmas de una segunda recesión mundial, no tendrían precedentes.
Fuente:
China ¿se desinfla la burbuja inmobiliaria sin estallar?