Cómo analizar la rentabilidad de una empresa y sus márgenes antes de invertir en acciones

Hay que tener cuidado cuando se trabaja con términos contables, porque muchas las partidas se rigen por el concepto de devengado, no de percibido, es decir que si una empresa dice que vendió tanta plata, luego hay que comprobar que lo haya cobrado, a término o en forma inmediata, así como algunas partidas como previsiones que constituyen los bancos por la posible incobrabilidad de una cartera, cuando en realidad ese cobro aún está en gestiones activas, o cuando una firma va constituyendo una provisión para abonar, que recién lo hará en el futuro.

Para saber cómo es la verdadera situación, hay que analizar la evolución del flujo de caja y proyectarlo. A muchos analistas les gusta estudiar esto en primer lugar porque determina si el negocio funciona o no y si la compañía es líquida o no.

Ahora, para que genere efectivo, tiene que ser rentable desde lo operativo. Puede liberar fondos de sus inversiones u obtenerlos a través de la colocación de acciones o bonos, pero lo más importantes es estudiar su utilidad neta de todos los gastos.

Es importante saber medir la rentabilidad de una empresa para su supervivencia así como para el beneficio a recibir por parte de los accionistas, ya sea a través de los dividendos u otros papeles como la reinversión de las ganancias mediante negocios productivos que redundarán en un incremento en su cotización.

Existen cuatro indicadores de márgenes de lo que una firma genera a través de sus ventas en diferentes líneas de su estado de resultados: margen bruto, el operativo, el del beneficio antes de impuestos y el neto.

El término “margen” puede ser usado también para medir la rentabilidad en términos absolutos, es decir, se puede hablar de porcentaje, o bien en dinero, aunque para diferenciarlos se utiliza el término “resultado”. O sea, un “margen operativo” genera un “resultado operativo” por un monto determinado.

Estos datos son muy relevantes después de los análisis que se puedan hacer acerca del retorno sobre los activos (ROA) y sobre patrimonio neto (ROE). El primero tiene especial relevancia en aquellas empresas que cuentan con costos fijos altos, que invierten mucho.

En tanto, el segundo tiene mucho que ver con el retorno sobre la inversión inicial, aunque se trata de la inversión inicial y las ganancias retenidas desde la fundación de la empresa hasta la fecha más reciente, además del resto de las partidas que lo componen.

Es muy relevante para una compañía financiera, ya que representa también qué tan rentable es con determinado apalancamiento detrás y si esta estrategia le está rindiendo sus frutos, o no.
Cuando se habla de márgenes en términos relativos, éstos se construyen siempre sobre las ventas o facturación. Generalmente, se mira su evolución en términos anuales para normalizar cualquier anormalidad que pudiese existir en un determinado trimestre, una pérdida no recurrente, una ganancia extraordinaria o el impacto de determinado hecho económico.

Por eso siempre hay que mirar entre tres y cinco años para atrás, además de observar el consenso de mercado a través de las terminales de datos o los researchs de determinados bancos, en forma particular, acerca de la proyección para el ejercicio actual y de los próximos dos ejercicios.

La idea básica es detectar a través de esa evolución la consistencia de las ganancias, o tendencias positivas o negativas en los resultados de una compañía. En definitiva, no siempre se crece bien: una tendencia ascendente en sus beneficios no siempre se hace en forma eficiente ya que, para lograrlo, se resigna margen o se ahorra a través de menores costos de producción, a costa de poner en peligro la calidad del producto.

Los márgenes nos dan el primer indicio acerca de si crece bien o no. En consecuencia, determina la evolución del precio de la acción si es que cotiza. Un fuerte aumento en las ventas puede tener un efecto neutro en sus resultados si sus costos y gastos aumentan en forma proporcional.

Lo normal seria que los gastos y la inversión fija se amorticen con un mayor volumen de operaciones, que no siempre se da. Existe la inflación de costos, sobre todo si se compone de productos importados que se encarecen al depreciarse la moneda local.

Deducidos todas las erogaciones asociadas al proceso de producción, obtiene un determinado resultado bruto. Una vez que se restan todos los vinculados al proceso de administración o de ventas, arroja un resultado operativo.

El margen bruto en una empresa de servicios no siempre es relevante, ya que posee poca inversión en propiedades, plantas y equipos. Como no produce un bien, sus costos son gastos. Ahí, sirve mirar exclusivamente el resultado operativo.

Un margen muy importante es el EBITDA, porque no forma parte del estado de resultados sino que es una construcción que hacen los analistas para ver el flujo de caja operativo, si el negocio genera efectivo, independientemente de lo reportado.

Así, se encuentra con el resultado antes de impuestos, que es la rentabilidad que genera un negocio más allá de su tasa impositiva efectiva dentro de un mismo país, o bien entre distintas tasas en diferentes naciones.

El management de una empresa posee diversas técnicas para manipular la figura contable referida al pago de impuestos, por lo tanto, es más confiable analizar la rentabilidad antes de su pago que después.

De esta forma, se llega a la rentabilidad final. Es la cifra predilecta de los analistas para hacer sus proyecciones y analizar la marcha del negocio a simple vista, porque viene en los balance y sus componentes son más predecibles que los del flujo de caja si se tiene una idea más o menos clara de qué es lo que va a facturar la firma en los próximos años, de acuerdo a la marcha de sus operaciones y la opinión subjetiva del experto.

Fuente:

Cómo analizar la rentabilidad de una empresa y sus márgenes antes de invertir en acciones

http://www.saladeinversion.com