Normalmente las parejas reparten las labores domésticas de alguna manera, explícita o implícitamente (aunque, por desgracia, no siempre de forma equitativa). De la misma forma que deciden quién se ocupa de hacer la colada, ir de compras y sacar la basura, se puede llegar a un acuerdo sobre quién se ocupa del seguimiento de las inversiones o de revisar las cuentas bancarias, hacer las transferencias, pagar las facturas, etc.
Igual que para las otras obligaciones domésticas, estos roles no tienen por qué ser exclusivos de nadie ni repartidos de una forma concreta. No conviene que sean responsabilidad de uno solo. Aunque uno de los dos sea más “experto” o “experta” en temas financieros, la otra persona debe, como mínimo, estar al corriente de la situación económica y comprender las consecuencias de las decisiones que se toman. Lo importante es acordar, por lo menos a grandes rasgos, cómo se va a manejar el dinero en la nueva vida en común y poner en práctica algún sistema para asegurarse el cumplimiento de tareas importantes, como por ejemplo cerciorarse de que existe suficiente saldo en las cuentas para atender los recibos domiciliados.
De vez en cuando hay que revisar el reparto de responsabilidades. ¿Funciona el sistema? ¿Alguien se siente abrumado por tener que ocuparse de todo? ¿Alguien siente que no tiene voz suficiente en el manejo de las finanzas? ¿Alguien siente que el otro abusa? Es mejor darse cuenta de posibles discrepancias y remediarlas antes de que se conviertan en conflictos importantes.
Sepan dónde han guardado los documentos importantes
Es muy importante ponerse de acuerdo sobre dónde se van a guardar todos los documentos importantes:
- contratos
- pólizas de seguros
- certificados bancarios y de tarjetas de crédito, números de cuentas bancarias, libretas, talonarios, nombres de usuario y claves de la banca online, etc.
- información fiscal, incluyendo copias de las declaraciones de la renta
- folletos informativos y documentación (informes trimestrales, etc.) de inversiones
- testamentos
Estos documentos deben estar en un lugar seguro, pero localizables por ambos.
Muchos expertos aconsejan guardar los documentos más importantes en pequeñas cajas fuertes ignífugas para salvaguardarlos en caso de incendio.
Las parejas no casadas deben evaluar la conveniencia de disponer, además, de poderes para actuar uno en nombre del otro en caso de incapacidad temporal.
Reevaluar el presupuesto
Con un poco de suerte, los dos ya tienen experiencia gestionando un presupuesto personal de forma individual. Si no es así, es el momento de empezar. Consulten juntos el bloque “Cómo llegar a fin de mes”. Ese presupuesto personal ahora se convierte en presupuesto familiar. Hace falta revisar ingresos y obligaciones comunes y establecer, entre los dos, un nuevo plan de gastos y una nueva estrategia de ahorro.
Recuerden las reglas básicas:
- Siempre, siempre, gastar menos de lo que se ingresa
- Dedicar un esfuerzo extra a rebajar o eliminar deudas, sobre todo las de alto interés que no dan derecho a beneficios fiscales.
- En cuanto estén las deudas bajo control, convertir el ahorro en parte de sus vidas. Destinen siempre un porcentaje de sus ingresos al ahorro-inversión todos los meses:
- A un fondo de emergencias para cubrir imprevistos
- A los otros objetivos financieros a corto y largo plazo
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Recuerden que nunca es pronto para empezar a planificar la jubilación. Sea cual sea su edad, debe figurar entre sus objetivos prioritarios.
Fuente:
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