La crisis financiera ha dejado un complicado legado a los consumidores estadounidenses. Hasta el momento, la economía nacional sigue en marcha gracias, en gran medida, al consumismo de sus ciudadanos, pero una amenaza se cierne sobre el crecimiento: el gasto no se incrementará a no ser que sus ingresos crezcan, señala un artículo en The Wall Street Journal.
La recuperación económica de Estados Unidos continúa desde hace cuatro años, pero el salario de los trabajadores no ha seguido el ritmo de su inflación, lo que se convierte en un peligroso contratiempo.
El salario medio por hora de un trabajador se situó en los 8,77 dólares el mes pasado, frente a 8,85 dólares de junio de 2009 (final de la recesión), según datos del Departamento de Trabajo de EE.UU.
Este estancamiento salarial afecta al poder adquisitivo, lo que reduce la capacidad de hacer compras; desde refrigeradores hasta comidas en restaurantes, que representan la mayor parte del crecimiento económico del país. Los economistas señalan tres factores:
1. Débil crecimiento económico
Aún no es estable y avanza a un ritmo anual desestacionalizado de menos del 2% durante tres trimestres seguidos, por debajo del promedio previo a la crisis, que se situaba en un 3,5%. Eso ha contenido la inflación, que se ha ubicado cerca o por debajo del nivel de 2% que la Reserva Federal considera saludable para la economía. En consecuencia, ante la baja demanda laboral, el lento aumento de los precios y 11,5 millones de desempleados que buscan trabajo, las compañías no sienten presión para incrementar los sueldos para retener o atraer trabajadores.
2. Las empresas están cambiando
El cambio se aplica en la administración de las nóminas salariales. En el pasado, las empresas recortaban los sueldos cuando la economía se debilitaba y los elevaban durante una expansión. Sin embargo, en las últimas tres recesiones desde 1986 -y en especial en la de 2007-2009- las compañías minimizaron los recortes salariales y optaron por despedir empleados. A ello se debe sumar la posibilidad de que, para compensar por recortes que nunca se hicieron, las empresas ahora podrían estar limitando el aumento de los sueldos.
3. La globalización y la presión sobre los salarios
Las nuevas tecnologías han facilitado una competencia global. Ahora los estadounidenses compiten con trabajadores de todo el mundo. «Nos encontramos un ajuste a largo plazo, de acuerdo al cual los países en desarrollo, en particular China, acercan sus sueldos a los nuestros», dice Richard Freeman, economista de la Universidad de Harvard. Según Boston Consulting Group, para 2015 habrá una diferencia de costo de alrededor de un 10% entre EE.UU. y China para fabricar productos como maquinaria, muebles y plásticos.
En conclusión, aunque el alza de los precios de las viviendas y los valores de las acciones transmiten optimismo, muchos empleados no pueden pedir un aumento de sueldo, lo que limita su gasto y potencialmente la recuperación. «Los trabajadores siente que no tienen absolutamente ningún poder de negociación», señala Robert Mellman, economista de J.P. Morgan.
Falta de confianza
Además de no tener la confianza suficiente para pedir un aumento, la gente teme salir a buscar un empleo mejor. Sólo 1,6% de los estadounidenses renunciaron a sus trabajos en junio, por debajo del nivel previo a la recesión de entre 2% y 2,2%. La gente renuncia con más facilidad cuando cree que encontrará un puesto igual o mejor.
El único camino para conseguir aumentos salariales es una economía más fuerte o un incremento en la demanda de trabajadores cualificados.
Sin dudas, los sueldos en algunos sectores subieron. Los trabajadores sin empleados en sectores como educación y salud registraron un subida de sus salarios de un 0,9% desde junio de 2009. No obstante, las perspectivas de aumentos en muchos otros sectores siguen siendo sombrías. El salario en el sector de la hostelería ha caído un 2,7% desde el fin de la recesión; mientras que para los trabajadores del sector industrial, el declive ha sido del 3,1%.
Por ejemplo, la industria automotriz ha llevado a cabo una importante reforma de su sistema remunerativo. Como consecuencia, los empleados nuevos reciben un sueldo que puede ser alrededor de 50% menor que el de trabajadores más antiguos, indica Sean McAlinden, economista jefe del Centro de Investigación Automotriz, una entidad sin fines de lucro.
Patrick Newport, economista de IHS Global Insight, prevé un crecimiento real de los salarios de apenas 1% para finales de 2014. Son «buenas noticias para los empleadores, y no tan buenas para los trabajadores», afirma.
La perspectiva a largo plazo tampoco es alentadora. Richard Burkhauser, economista de la Universidad de Cornell, señala en un estudio que tendencias demográficas como el envejecimiento de la población «lastrarán el ingreso medio en las dos próximas décadas». Muchos trabajadores se jubilarán y vivirán con menos recursos, lo que reducirá el crecimiento del ingreso medio en torno a 0,5% por año hasta 2030, sostiene.
Los consumidores siguen siendo el principal motor de la economía estadounidense, pero sin más dinero les resultará difícil impulsar un crecimiento robusto.
Fuente:
¿Cómo los bajos sueldos limitan el crecimiento económico de un país?