Somos más generosos cuando no hay dinero de por medio. Pero cuando la moneda entra en acción, aunque sea simbólica, todo cambia. Eso al menos es lo que revela una nueva investigación.
La idea de que el dinero afecta nuestro comportamiento parece obvia, pero un nuevo estudio arroja luz sobre cómo el «vil metal» reduce la generosidad natural de las personas.
El intercambio de bienes por dinero es un viejo y conocido sistema de comercio. Se supone que entre grupos grandes promueve la cooperación, ya que cada parte tiene una compensación mensurable.
Pero un equipo de investigadores cree que dentro de grupos pequeños los incentivos hacen que las personas estén menos dispuestas a compartir.
En esencia, el nuevo estudio científico publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencia de Estados Unidos (PNAS) sostiene que incluso una moneda artificial disminuye la generosidad natural de la gente.
Se sabe que las dinámicas de grupo cambian cuando entra en juego el dinero. Pero los científicos observaron que incluso los incentivos simbólicos sin valor monetario cambian completamente la forma en que las personas se ayudan unas a otras.
Gabriele Camera, de la Universidad Chapman en Estados Unidos, quien dirigió el estudio, explicó que quería investigar la cooperación en grandes sociedades de desconocidos, donde es menos probable que los individuos ayuden a otros.
Para ello, los investigadores diseñaron un experimento en el que los sujetos, organizados en grupos grandes y pequeños, tenían la opción de dar regalos a cambio de un pago simbólico.
Costo social
Así pudieron observar que la introducción de este incentivo tenía un costo social. Cuando se habían gastado todas las monedas simbólicas, un potencial dador de regalos estaba menos dispuesto a ayudar que en una situación en la que aún no se había introducido la moneda artificial.
Se detectó el mismo efecto en grupos más pequeños, que eran menos generosos cuando existía la opción de recibir un pago simbólico.
«Los sujetos básicamente se aferraron al intercambio monetario, y dejaron de colaborar a menos que recibieran una compensación inmediata en la forma de un objeto sin valor intrínseco.»
«Usar dinero sí ayuda a grandes sociedades a conseguir mayores niveles de cooperación que en sociedades chicas, pero lo hace con el costo de desplazar la normal ayuda voluntaria que es habitual en sociedades más pequeñas, en las que todo el mundo se conoce», explica Camera.
Sin embargo, el investigador añade que este resultado negativo no apareció en grupos de 32 personas anónimas, en los que, en cambio, el uso de una moneda simbólica incrementó la cooperación.
«Esto es estimulante porque introdujimos algo que no aporta nada a la economía, pero que impulsó a los participantes a unirse en un comportamiento más confiable.»
El experto en teoría económica también añadió que el estudio refleja el intercambio monetario en la vida cotidiana.
«La interacción global expande las oportunidades comerciales, pero diluye el nivel de información sobre el comportamiento pasado de los otros. En este sentido, uno puede ver la moneda simbólica de nuestro experimento como una parábola del intercambio monetario global», explica Camera.
Egoísmo
En busca de la opinión de otros expertos no involucrados en este estudio, la BBC consultó a Sam Bowles, especialista en cooperación evolutiva del instituto Santa Fe en Estados Unidos.
Según Bowles, la cooperación entre personas egoístas siempre ocurre a gran escala cuando «ayudar al otro» consiste en intercambiar un bien que puede ser comprado o vendido con objetos simbólicos, como por ejemplo una camiseta.
«El hallazgo realmente interesante del estudio es que las compensaciones simbólicas cambian las bases del comportamiento cooperativo, de la generosidad en ausencia de este tipo de incentivos al egoísmo cuando están presentes.»
Bowles dice que hay evidencias de un fenómeno llamado «efecto desplazamiento motivador, donde pagar a un individuo por hacer una tarea que este ya había planeado realizar gratis puede conducir a que la gente haga menos dicha tarea».
Sin embargo, el experto agrega que «muchos de los bienes y servicios que necesitamos para que nuestras vidas sean posibles y agradables no son como las camisetas.»
«Para estas cosas, el intercambio simbólico no funcionaría. Pero eso los humanos nunca se habrían transformado en la especie cooperativa que somos si no fuera por el desarrollo de preferencias éticas.»
El estudio
• Grupos de participantes de entre 2 y 32 individuos podían ayudar de forma anónima a sus compañeros haciéndoles un regalo, basándose solo en la confianza de que la buena acción sería devuelta por otro desconocido en el futuro.
• En esta situación, los grupos pequeños fueron más propensos a ayudarse entre sí que los grupos más grandes.
• En la siguiente situación, se añadió una moneda simbólica sin valor como incentivo para el intercambio de bienes.
• Las personas de los grupos más grandes fueron más proclives a ayudarse entre sí cuando aparecieron los incentivos, pero en los grupos pequeños se redujo la generosidad que habían mostrado cuando no había compensación.
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