El ADN de los diferentes estilos de inversión

Algunas personas aprenden a comprar acciones subvaloradas. Para otras, podría ser algo innato.

Consideremos el caso de Benjamin Graham, el mentor de Warren Buffett y el autor de dos textos canónicos para los inversionistas: Security Analysis (Análisis de valores) y The Intelligent Investor (El inversionista inteligente).

La madre de Graham, que era viuda, era una pequeña especuladora que perdió todo durante el pánico de 1907, cuando él apenas tenía 13 años.

Graham jamás olvidó el momento «humillante» que vivió en su infancia, cuando su madre le envió a cobrar un cheque y el cajero del banco le preguntó al director si la señora Graham valía cinco dólares.

De adulto, Graham compraba acciones de empresas generalmente tan despreciadas por el mercado que sus acciones, como le gustaba decir, «valían más muertas que vivas». Durante sus varias décadas como inversionista, Graham superó rotundamente el desempeño del mercado.

O tomemos el ejemplo de Sir John Templeton, hijo de un abogado rural de Winchester, Tennessee. Su padre también era un especulador en futuros del algodón. Un día llegó a su casa y les dijo a sus hijos: «Muchachos, hemos perdido todo, estamos en la ruina». Sir John Templeton trabajó en lo que pudo para pagar la universidad y la escuela de posgrado.

En 1939, cuando tenía 27 años, Templeton le dijo a su corredor que comprara US$100 de cada acción que valiera en las bolsas US$1 o menos y cuadruplicó su dinero en cuatro años. «La gente siempre me pregunta dónde están las buenas perspectivas [de inversión], pero esa es la pregunta equivocada», dijo Templeton en una ocasión. «La pregunta correcta es: ¿Dónde están las perspectivas más miserables?»

Las experiencias de Graham y Templeton podrían haber dado forma a sus preferencias por las acciones baratas sobre las de rápido crecimiento. Pero esa inclinación también podría haber estado codificada en sus genes.

En un discurso pronunciado en el Babson College en 2010, el famoso inversor de acciones baratas Seth Klarman comentó que los estudios sobre el comportamiento de las moscas de la fruta demuestran que la mayoría de ellas se dirige hacia una luz, pero que una pequeña minoría parecía estar programada genéticamente para mantenerse alejada de ella.

Klarman, presidente de Baupost Group, con sede en Boston, que administra US$26.000 millones en activos de fondos de cobertura, llama, en broma, a este grupo de moscas diminutas «pequeñas inconformistas», el equivalente de los insectos a los inversionistas que buscan acciones muy baratas.

Klarman especuló posteriormente con la idea de que la mayoría de las personas podría tener «un gen dominante» que sale a buscar activos sobrevalorados que pueden ofrecer grandes retornos a corto plazo, mientras que sólo una minoría tiene «el gen recesivo» que confiere una preferencia paciente por aquello que es maltratado e impopular. Klarman me confirmó la semana pasada que sigue teniendo el mismo punto de vista.

Un nuevo estudio ha encontrado ahora que muchos inversionistas pueden tener, de hecho, una predisposición genética a cazar gangas en el mercado bursátil, aunque el entorno en el que uno crece también puede determinar poderosamente el tipo de inversionista en el que uno se convierte.

En el estudio, tres economistas, Henrik Cronqvist y Frank Yu, de China Europe International Business School de Shanghai, y Stephan Siegel, de la Universidad de Washington, examinaron la composición genética y las carteras de inversión de 35.000 gemelos de Suecia.

Los gemelos idénticos comparten el mismo ADN en un 100%, mientras que los mellizos comparten aproximadamente la misma cantidad que sus hermanos y hermanas. Los investigadores compararon los portafolios en poder de los gemelos idénticos y mellizos. Eso les permitió estimar el grado en que las mismas combinaciones de genes se asociaron con carteras similares.

El análisis muestra que el promedio de acciones en manos de estos inversionistas se negocian con una relación precio-ganancia de 23 veces. Sólo una décima parte de los inversionistas, los cazadores de gangas, tiene acciones con una relación precio-ganancia de 11,6 o menos.

Una cuarta parte de todos los inversionistas, los partidarios de las acciones de crecimiento rápido, retienen títulos que cotizan a un promedio de 28,6 veces o más las ganancias.

Las conclusiones del estudio son relativamente precisas puesto que se basa en una muestra importante de inversionistas y la legislación fiscal sueca exigía hasta hace poco que los inversionistas incluyeran en sus declaraciones la totalidad de sus tenencias.

Según el estudio, hasta 24% de las diferencias en el grado en que los inversionistas prefieren acciones baratas o acciones de crecimiento se puede explicar por las variaciones en su código genético.

Al parecer, la preferencia por las acciones subvaloradas o las de crecimiento rápido no es sólo una preferencia; «por lo menos en parte, es una tendencia innata», dice Siegel.

Las influencias ambientales también ayudan a explicar la «inclinación» hacia las inversiones baratas o de crecimiento, según los investigadores. Por ejemplo, si la economía pasaba por una recesión severa cuando un inversionista estaba entre los 18 y s 25 años, o si sus padres eran relativamente pobres, es más probable que prefieran invertir en acciones baratas.

Los genoeconomistas, que estudian estas cosas, no han identificado las variaciones específicas que podrían funcionar como «genes de inversiones baratas».

Pero los hallazgos sugieren que hay que preguntarles a los asesores financieros y gestores de inversiones temas como: ¿Qué adversidades ha tenido que superar en su vida? ¿Qué significa para usted ser pobre?

Después de todo, puede que un asesor financiero o gestor de inversiones que nunca ha superado un obstáculo no tenga lo que se necesita para mantener unas acciones baratas si rápidamente pueden conseguir otras más baratas.

Fuente:

El ADN de los diferentes estilos de inversión

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