El gigante de China 2011

Las economías mundiales no pueden dejar de lado esta nación asiática, a la que le auguran mayor crecimiento que a Estados Unidos.

Este año es muy especial. Hace 90 años se fundó con 27 personas el Partido Comunista en la ciudad de Shanghái. Se trataba de un país pobre, con 670 millones de habitantes, una economía rezagada y con el 60% de la población analfabeta. Su industria era inexistente y unos ‘reyezuelos’ dominaban la mayoría de las provincias. El Japón de esa época tenía el triple del producto interno bruto.

En el siglo XXI las circunstancias han cambiado notoriamente. China es la segunda potencia mundial y muchos la consideran la primera. Hoy, 80 millones de militantes carnetizados conforman el partido político más fuerte del mundo. Gordon Brown, exprimer ministro del Reino Unido, hace pocos meses afirmó: “China exporta más que Estados Unidos y sabemos que tendrá mejores índices de crecimiento. Sin embargo, no hemos entendido el fuerte llamado de la historia. Después de dos siglos de monopolio europeo y estadounidense sobre la actividad económica global, ahora el resto del mundo los supera en producción, manufacturas, comercio e inversiones”.

Los colombianos desgraciadamente no hemos advertido las consecuencias de la mayor transformación de nuestro tiempo. Creo, mayor que la revolución industrial o la norteamericana. En estos últimos 30 años, China pasó de pertenecer al grupo de los países de tercera categoría, a una potencia mundial de primer orden.

Algunos países latinoamericanos se han beneficiado del enorme crecimiento del coloso asiático. El intercambio comercial de China con Brasil es del orden de US$57 billones al año. En este mismo momento se espera otra inversión china de US$23 billones más.

Si hacemos una comparación, las cifras son del orden de US$56 billones con Brasil, contra US$45 billones con Estados Unidos; la mayoría son materas primas. Y es de tal importancia el intercambio comercial con el gigante suramericano, que China se encuentra financiando una carretera que los una con la frontera de Perú.

A propósito, Perú también se ha beneficiado del intercambio comercial y de la inversión china. Su aumento en el PIB del 8% al 9% de los últimos años se centra en el aumento comercial de productos agrícolas, pesqueros y minería, especialmente el níquel.

Colombia tiene en contra mucho tiempo perdido. Como lo señaló un distinguido jefe de Estado: Colombia no puede limitarse al TLC con Estados Unidos, Canadá y algunos países de Latinoamérica. Me llama la atención la desmesurada suma de recursos que el gobierno colombiano invierte en relaciones públicas para convencer al Congreso norteamericano de que sí somos los verdaderos amigos en la región y de que es justa la aprobación del TLC sin condiciones, mientras ellos han impuesto miles.

China se ha vuelto uno de los principales interlocutores de los Estados Unidos. Hace algunos días, se reunieron en Washington comités de trabajo de las dos naciones para estudiar una fórmula que le permita a EE.UU. tener un intercambio comercial más favorable. El reclamo americano se concentró en el precio de la moneda china, que según los norteamericanos se encuentra artificialmente devaluada y puede ser uno de los motivos del déficit de la balanza comercial chino-norteamericana. A su turno los chinos protestaron por el enorme déficit fiscal del presupuesto americano.

Hoy día el intercambio comercial de China con Brasil, Perú, Chile, Uruguay, Argentina y Venezuela es de primer orden y de magnitudes considerables en el orden de inversiones y de sectores de cierto interés social. Y ante estas circunstancias se pregunta uno por qué Colombia no está negociando un TLC con China que nos permita encontrar un modus operandi que signifique una mayor inversión.

Este es el año del conejo y seguramente pasará a la historia como el año de la China. Su actual presidente Hu Jintao, quien gobierna el último año de su período, será recordado por haber sacado de la pobreza a 600 millones de habitantes, que es una verdadera hazaña. Ese mismo hombre, en unas de sus primeras salidas al exterior como vicepresidente, visitó Colombia en 1997, cuando, desgraciadamente y por negligencia de funcionarios nacionales, su presencia pasó desapercibida.

Que la lección nos sirva hoy para retomar el tiempo perdido. Debemos tener en cuenta las recientes declaraciones del viceprimer ministro chino, Wang Qishan, en referencia al deseo de impulsar reformas en la estructura económica global y en la construcción gradual de un nuevo orden económico más justo.

Fuente:

El gigante de China 2011

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