El impacto de la desaceleración de China: unos pierden y otros ganan

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Conforme se acumulan las cifras que indican que el crecimiento de China se está enfriando, industrias de todo el mundo —desde fabricantes alemanes de guillotinas de papel hasta exportadores indonesios de aceite de palma— afrontan un panorama alterado de ganadores y perdedores.

Los que más se beneficiaron del auge de China ahora se ven perjudicados. En cambio, a los que apuntaron a los 1.300 millones de consumidores chinos les está yendo mejor.

El crecimiento de China, la segunda economía mundial después de Estados Unidos, se ha estado desacelerando frente a su punto álgido de 2007, pero ese descenso de ritmo se ha agravado últimamente. Las cifras del Producto Interno Bruto de China del segundo trimestre, divulgadas ayer, muestran que la economía registró una expansión interanual de 7,5%, por debajo del 7,7% del trimestre anterior.

Eso se ajusta al pronóstico de 7,5% del gobierno para todo el año. De confirmarse, sería el año de menor crecimiento desde 1990. Algunos economistas son incluso más pesimistas.

Otra serie de datos de ayer muestra que el aumento interanual del ingreso disponible de los hogares urbanos se desaceleró a 6,5% en el primer semestre en comparación con 9,7% en el mismo lapso del año pasado.

Maruli Sitorus, de 40 años, dueño de una plantación de palma de aceite en Sumatra del Norte, Indonesia, afirma que sus ingresos se han reducido a la mitad durante el último año, a medida que los precios del aceite de palma —que se usa para cocinar y en combustibles— han ido cayendo. «Claramente, la débil demanda de China nos está afectando», indicó.

China está haciendo un delicado acto de equilibrismo. Espera remodelar su economía para que dependa menos de la construcción y la industria pesada, y basarse más en el consumo. Esto está generando optimismo entre industrias como la automotriz y la de productos alimenticios.

Para alentar el consumo interno, el gobierno ha subido los salarios mínimos para poner más dinero en los bolsillos de los chinos y ha relajado los controles sobre las tasas de interés para ofrecerles a los ahorristas mejores retornos. A las industrias pesadas que dan muestras de sobrecapacidad, como la siderúrgica y la naviera, les está restando incentivos.

SK Group, de Corea del Sur, firmó este mes un acuerdo por US$160 millones para establecer una empresa conjunta de baterías eléctricas para autos en Beijing. «La mayoría de nuestros proyectos apuntan a consumidores chinos, no a reexportaciones a otros países», indicó su vocero Jung-min Yoo. «Nos beneficiaremos del nuevo modelo de crecimiento de China».

Sin embargo, las subidas de salario son «cada vez más lentas», dijo Peter Zhou, gerente de una compañía de tecnología de la información cuyo sueldo aumentó apenas 3,7% a US$4.500 al mes en 2013. «Solíamos comprar electrónicos y joyas todos los meses», dijo, pero ahora no ha comprado nada caro en tres meses.

Con todo, el crecimiento económico de China aún es sólido, comparado con gran parte del mundo. Pero las recientes tasas de expansión por debajo de 10% representan una reducción notable desde un máximo de 14,2% de 2007.

El enfriamiento es particularmente duro para los productores de commodities, que fueron los mayores beneficiarios del boom de China. Países como Brasil y Chile han visto cómo los precios de sus mayores exportaciones de materias primas a China se han precipitado, especialmente del mineral de hierro y el cobre.

«China es el principal socio comercial de Brasil, así que un enfriamiento de China tiene un impacto sobre Brasil», dijo José Augusto de Castro, presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil. Sin embargo, señaló que a pesar de la caída de los precios, los volúmenes enviados a China se han mantenido.

«En este momento hay un efecto extraño. No estamos detectando una reducción en las exportaciones por volumen sino en términos de precios. Aún no está claro cuál es el motivo».

Un estudio de Standard & Poor’s de más de 90 de las mayores empresas de China reveló que este año recortarán gastos de capital por primera vez en al menos una década. La inversión en fábricas, líneas de ensamblaje, fundidoras y telecomunicaciones tiende a crear una gran demanda de materias primas que importa China.

«La verdad es que el boom de recursos de China terminó», sostuvo recientemente el primer ministro de Australia, Kevin Rudd. La tasa de desempleo en ese país, una potencia minera, es de 5,7%, la mayor en cuatro años.

El menor crecimiento chino también se traduce en menores precios más bajos de la energía y las materias primas para el resto del mundo. Esto, a su vez, ha domado la inflación, lo cual ayudó a los bancos centrales a estimular economías en apuros.

En contraste, los fabricantes de bienes de consumo —como electrodomésticos, ropa y alimentos— y las empresas que venden equipos sofisticados a compañías están más centrados en la población de compradores chinos cada vez más prósperos. Dienes Group, de Alemania, fabrica cuchillos industriales. Las ventas a China se triplicaron en comparación con 10 años atrás, a unos US$3.900 millones.

En Sudáfrica, la demanda de cromo y manganeso bajó, pero las autoridades esperan que sea compensada por la de alimentos. «Cada vez dependemos más de sus estómagos cuando se levantan de la cama por la mañana», dijo Theo de Jager, presidente adjunto de Agri SA, una asociación de agricultores de Sudáfrica.

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EE.UU. no ha salido tan mal parada del bajón chino en parte porque la demanda de sus principales exportaciones a China —aviones y bienes informáticos de alta tecnología— se ha mantenido fuertes.

China se encamina a representar 13% de la actividad económica global este año, frente a 5% en 2006. Así que incluso con una expansión más lenta, el efecto de China en todo el mundo es importante. Un mayor declive en el crecimiento de China provocaría sacudidas en todo el mundo. Un riesgo es que las firmas chinas, reacias a despedir trabajadores, se vean obligadas a reducir personal, lo que afectaría el gasto interno y socavaría la meta pasar a una economía impulsada por el consumo.

La demanda de consumo se ha mantenido sólida. Sin embargo, observadores advierten que la transformación de China está en sus primeras etapas y que el crecimiento de la inversión sigue siendo el motor de la economía. Lograr un progreso significativo en el cambio hacia el consumo podría llevar años.