¿Europa tirará la toalla?

La historia de Europa parece la de aquel boxeador que recibe una paliza durante los tres minutos del primer asalto y luego ve alguna ilusión en el minuto de descanso, en el que recibe agua y crema en los párpados; donde se para con el único fin de seguir recibiendo de nuevo la paliza en el cuadrilátero.

El problema para este boxeador es que no está, ni siquiera, a la mitad de la pelea. Y la pregunta que se hace es si desde su esquina alguien tirará la toalla, se debe dejar noquear o seguir aguantando lo más que pueda los golpes de su contrincante hasta que lo mande a la lona.

La respuesta no es nada fácil y, de seguro, tendremos el tema de Europa por mucho tiempo antes de hallarla.
Incluso, me aventuro a decir que al igual que América Latina en los años ochenta o Japón en los noventa, esta que estamos viviendo podría denominarse la Década Perdida de Europa, lo cual no deja de ser altamente preocupante.

Los problemas para Europa no son de 2011, ni siquiera de los próximos dos años donde se concentra la mayoría de deuda de los países de la periferia.
No, los problemas grandes de este continente vendrán en 2020 y años siguientes.

Los bonos gubernamentales de Italia alcanzaron un 6,19% esta semana y vienen por encima del 5% hace mucho tiempo.
España está en una situación similar. Cualquier macroeconomista mostrará, con un sencillo modelo de sostenibilidad fiscal, que estas cuentas no cuadran por ninguna parte.
Para garantizar la sostenibilidad, el interés del endeudamiento debe ser, al menos, similar al crecimiento nominal de la economía, lo que significa que los intereses sean iguales a crecimiento más inflación.

Sin embargo, Italia no logrará esto de ninguna manera, a menos que ocurra un milagro.

Como economía madura, Italia está destinada a crecer alrededor del 2%, con un 3% de inflación, lo que no garantiza que pueda repagar sus bonos dentro de 10 años.
A menos que la inflación dé un salto significativo (porque no creemos que sea el crecimiento el que lo haga), estamos ante un riesgo latente de insostenibilidad en Italia y España.
Infortunadamente, los inversionistas y agentes de los mercados mundiales se están preocupando por el hoy, olvidando por completo los grandes problemas del mañana.
Los que aspiramos a seguir en el mundo de las inversiones por un largo período tenemos que hacer seguimiento a los indicadores fiscales europeos, muy de cerca, en los próximos años, para tratar de saber en realidad, con total exactitud, cuándo el estallido de la crisis es inminente.

Como dije, Europa tendrá una década perdida, y la lección que sabemos los latinoamericanos es que luego de esta década, un default es inminente.
En los próximos días lo hará Grecia, en los próximos años podría ser más grave.

Ya mucho se ha comentado de la necesidad de reformas estructurales en estos países que les permitan generar ahorros a sus economías, tratando de lograr superávits primarios que garanticen que la deuda se pueda pagar en el futuro, que puede ser luego de 2020.

Pero esto no es una tarea tan fácil. La receta fiscal es conocida por los países de América Latina con suficiencia, pues en esta región se han hecho recortes de los salarios públicos, recortes de la inversión pública, recortes a las pensiones, reformas tributarias, reformas pensionales, entre muchas otras medidas.

En una población mayoritariamente vieja, como la italiana, este tipo de reformas no son del todo alcanzables porque el gasto fiscal se necesita para garantizar mayor cobertura en salud y unas pensiones que, dependiendo del marco legal, pueden ser derechos adquiridos muy difíciles de cambiar.

Así que lo único que se puede hacer en este contexto es recortar la inversión, lo cual puede ser contraproducente en los países donde la infraestructura también sufre un proceso de deterioro marcado.

Europa no tiene la situación fácil, y la pregunta de si alguien tirará la toalla es totalmente relevante en estos momentos.

Tomado de:

La Republica.