Desde hace ya un buen tiempo, nos hemos familiarizado como sociedad con el concepto de los «nativos digitales», grupo que nació y creció con la tecnología de consumo, desarrollándose junto a ella de manera natural. Con ya varias décadas desde el debut de hitos como internet y la telefonía móvil, la llamada «Generación C» (por «Conectada», también llamada «Generación Z»), se establece con más fuerza a medida que niños nacidos a fines de los 90 y la década del 2000 crecen, se comunican y aprenden gracias a herramientas como tablets y smartphones. Según un estudio del Pew Research Center’s Internet & American Life Project realizado en 2012, son el grupo de edad más propenso a participar en actividades en línea a través de dispositivos móviles, que abarcan desde la organización de eventos sociales hasta compartir reseñas de restaurantes.
Definitivamente, esto marca el inicio de posiblemente la primera generación completamente conectada, esa que valora la posibilidad de una conexión 4G o que pregunta por redes wifi a donde va, porque gran parte de su vida pasa ahora en el ciber espacio. Esta generación busca esos dispositivos móviles que le permitan pasar gran parte del día consumiendo contenido de la red o al menos siempre disponible en sus redes sociales. Según un estudio de la consultora Booz & Company, esta generación significará 40% de la población de países como EE.UU., Rusia y China para el año 2020.
Con perfiles constantemente actualizados en redes como Twitter, Facebook, Instagram y Tumblr, esta generación exige cada vez más formas de compartir su visión del mundo frente a una comunidad globalizada, donde puede conversar a diario con pares en países a miles de kilómetros de su hogar y establecer vínculos virtuales que asumen con tanta validez como los presenciales. Y está claro que no lo hacen desde el escritorio de su hogar, sino que a través de dispositivos como celulares, tablets o notebooks ultralivianos que les dan movilidad, libertad. Sin ir más lejos, en Chile los celulares ya superan a la población, indicándonos como líderes en este tipo de tendencias en la región.
Es momento de comenzar a pensar en soluciones para responder a las exigencias de esta generación, considerando su impacto en el futuro: con una integración cada vez más íntima de la tecnología en sus vidas, tablets y smartphones dejan de ser “juguetes”, se vuelven un canal principal de comunicación que les permite desarrollar su vida profesional y social.
Ésta es la generación que no necesita saber qué significa un procesador más rápido o la cámara con más megapíxeles, porque ya están familiarizados con lo que significan. Esta es la generación que ya no se sorprende fácilmente, que exige más y mejores herramientas para llevar a cabo sus tareas diarias de forma más eficiente, sencilla y colaborativa, y que vive una especia de dependencia tecnológica.
Esta dependencia está lejos de tener una connotación negativa, es una dependencia a estar relacionado con otras personas, a recibir y dar opiniones, a intercambiar información valiosa con otros, y a estar siempre en contacto a pesar de las distancias.
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