El estrés está asociado con los niveles de presión que se tiene, bien sea impuesto por jefes, supervisores, clientes o por uno mismo cuando se tienen diversas actividades que realizar, metas que lograr y responsabilidades asumidas que se deben cumplir sin falta.
Generalmente la asociación con el estrés es negativa por las consecuencias que existen sobre la salud, pero también hay que tener presente que existe un estrés positivo que es el que estimula el emprendimiento de algunas acciones, por lo que todo debe ser cuestión de equilibrio.
La dinámica que se vive hoy en día induce a estar en un alto dinamismo, que si no es bien manejado, inevitablemente traerá consecuencias negativas en la salud y por ende en las finanzas personales.
La presión se comienza a gestar por el deseo de alcanzar las metas en un tiempo menor al razonable, lo que puede derivarse de factores como la competencia, el incremento de precios de activos o las condiciones laborales, entre otros.
Este último factor, aunado a la necesidad de incrementar los ingresos por distintas vías, conlleva a realizar trabajos adicionales o asumir más responsabilidades de las que muchas veces se deben tomar, lo que generalmente se traduce en mayor estrés y por lo tanto menos calidad de vida.
Esta calidad de vida disminuida no se percibe de inmediato, ya que se asumen hábitos de consumo que se consideran normales, como la ingesta de comidas rápidas, comer a deshoras, aumentar las horas de trabajo diaria, tener menos tiempo para realizar actividades deportivas, sociales y familiares, entre diversos aspectos, de los cuales uno se percata de que son anormales cuando la salud dispara una alerta.
Este comportamiento, que es muy normal hoy en día, hace que sea más común la aparición de enfermedades como la Diabetes Tipo 2, producto de desordenes alimenticios, sedentarismo y sobrepeso, así como también afectaciones cardíacas o de tiroides, por mencionar algunas.
Como es de esperar, cualquier situación de salud afecta directamente las finanzas personales, por los costos que representan los tratamientos médicos, el impacto que se genera sobre las pólizas de salud o la obligatoria necesidad de cambiar de rutina que puede incluir guardar reposo o cambiar de trabajo, los cuales tienen una incidencia directa en el ingreso.
Si bien es cierto que es necesario tener una alta dedicación en el aspecto laboral para alcanzar metas y desarrollo profesional, también es importante no descuidar el aspecto de salud, ya que sin ésta todo lo demás quedará en un segundo plano y las consecuencias financieras negativas serán altas, por una disminución de los ahorros y la falta de producción, esto en los casos extremos que son más comunes de lo que uno piensa.
Una manera de prevenir estos problemas es realizar cambios en la rutina diaria, comenzando por los hábitos alimenticios, las actividades deportivas, los controles médicos y una adecuada planificación del tiempo y las tareas a cumplir, lo que beneficiará tanto las finanzas como la salud.
Por: Raymond Duarte Sandoval / Aristimuño Herrera & Asociados
fuente: http://bancaynegocios.com