Todos los días tomamos decisiones financieras que involucran nuestras finanzas personales: alimentación, facturas, consumo de bienes y servicios, etc. Aunque son pequeños gastos, la sumatoria final suele representar casi el 40% del total, por lo que debes tener cuidado, especialmente en la épocas en las que el dinero no sobre.
Te presento una lista tomada del Manual de Supervivencia Financiera (Boris Ackerman y Franklin Coelho) para que la tengas en cuenta en el día a día:
«Arrópate hasta donde te cubra la cobija», o en otras palabras, asegúrate de que tus gastos siempre estén por debajo del nivel de tus ingresos. Si no sabes con certeza cuánto suman tus gastos es hora de que empieces a hacer la lista, además de que es una excelente oportunidad para que te des cuenta de que los «antojos» te están sacando bastante dinero del bolsillo.
Una segunda clave en éste punto es no asumir compromisos hoy que después no puedas cumplir en el futuro, y por compromisos me refiero en particular a la tarjeta de crédito.
Llevar el control de tus gastos implica también saber como clasificarlos:
- Imprescindibles: Aquellos sin los cuáles no se podría vivir como la alimentación, el alquiler (arriendo), los servicios públicos, etc.
- Obligatorios: Las circunstancias te obligan a pagarlos, como las tarjetas de crédito, las facturas, afiliaciones, los colegios de tus hijos, etc.
- Importantes: Son aquellos que tienen cierta relevancia personal como la ropa cuando es de marca.
- Útiles: Te sirven para llevar a cabo un plan, como por ejemplo comprar una laptop para poder transar en la bolsa desde cualquier lugar, o una capacitación.
- Placenteros: No pasaría nada si no los tienes. Son bienes de lujo como cuadros o actividades simples como ir a cine.
La mejor manera de crecer financieramente es tener una meta y elaborar un plan detallado para alcanzarlo. La mayoría de las personas se atan financieramente a un empleo no por su incapacidad para conseguir otro trabajo, sino porque no tienen un plan, un paso a seguir. Viven a la deriva y seguirán así de manera indefinida.
Si estás atravesando una crisis económica empieza por reducir aquellos gastos que no son imprescindibles como las suscripciones a televisión por cable, los clubes. También puedes optar por ampliar el número de cuotas de tus deudas (vehículo, tarjetas de crédito) para tener una mayor efectivo disponible. Ten en cuenta que una crisis es temporal, y por lo tanto requiere de medidas que permitan aliviar la carga mientras logras aumentar nuevamente tus ingresos.
Los gastos habituales se cubren con ingresos habituales. Un ingresos habitual como tu salario debes destinarlo a pagar gastos fijos como los servicios públicos, el alquiler, etc.
Si en tu caso recibes dinero adicional, como el pago por la prestación de un servicio o recibes dinero de ése alguien que tiene una deuda contigo, entonces aprovecha ése ingreso eventual para invertirlo y que genere más dinero por si solo.
Siempre hay alguien que pretende abusar de la buena voluntad de los demás, de modo que regularmente aparecen estafadores con todo tipo de negocios. La clave es hacer muchas preguntas. Los negocios que tienen una base de funcionamiento ilegal no tienen respuestas concretas ni registros tributarios.
Necesitas ropa, está bien, ¿pero tiene que ser de marca? No necesariamente, y así mismo ocurre con el pago de servicios como los gimnasios, los restaurantes, etc. Están destinados a satisfacer necesidades importantes como la alimentación o el bienestar personal, pero el costo suele ser excesivo y estas mismas necesidades se pueden satisfacer por medios más económicos.
Aprovecha los sitios donde puedes comprar bienes tradicionales a un menor costo y negocia para rebajar su precio aún más. Ten cuidado con caer en el error de comprar ofertas de productos que no necesitas, sobretodo en ropa y alimentos perecederos.
Si necesitar comprar electrodomésticos o bienes similares sé cauteloso. Usualmente las marcas menos reconocidas ofrecen bienes mucho más accesibles porque los materiales utilizados para su fabricación son de baja calidad. Ésto lo «pagas» con el mantenimiento o cuando tengas que comprar un equipo nuevo.
Igual que en el punto anterior, no te dejes deslumbrar por las ofertas de bienes que no te harán falta.
Una de las trampas que más estimula el consumo es «la competencia con el vecino» y el «yo no me puedo quedar atrás». De ahí surgen todo ese conjunto de comparaciones que te impiden tomar decisiones por ti mismo: que si tiene mejor carro que tú, o el último televisor, o decoró mejor la casa en navidad. No importa el nivel económico ni la finanzas personales en el que estés, siempre habrá alguien más rico y alguien más pobre que tú.