Como señala la editora de Economía de la BBC, Stephanie Flanders, la respuesta a esa pregunta es sí. Pero es a menudo difícil, en un mundo complejo, distinguir entre las dos. Especialmente si se tiene en cuenta que a menudo los «hechos» que arrojan las estadísticas son discutibles.
Un ejemplo típico es cuando un gobierno anuncia cortes presupuestarios, al tiempo que observamos que la economía se está desacelerando. ¿Son los cortes la causa de la desaceleración o son tanto los cortes como la desaceleración síntomas de una crisis financiera global y sus consecuencias?
O, vemos que los bancos no le están dando crédito a las empresas, pero ¿es eso porque los bancos no están ofreciendo préstamos o porque las compañías no los están pidiendo?
¿Cuál es la causa y cuál el efecto?
Herramientas para saberlo
Sargent y Sims, cada uno a su estilo, produjeron herramientas cruciales para que los economistas pudieran responder a estas preguntas, las cuales se siguen utilizando en la actualidad. Eso los hace más que merecedores del premio.
«Sargent ha ayudado principalmente a comprender los efectos de los cambios sistemáticos en la política, mientras Sims se ha centrado en cómo un impacto se extendiende por toda la economía», según la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Trabajaron paralelamente, pero para la academia sus contribuciones son complementarias.
No obstante, apunta Flaunders, los supuestos que apuntalaron sus enfoques han caído en desgracia recientemente, así como su profesión misma.
En otras palabras, éste no es uno de esos casos en los que el comité del premio Nobel ha tratado de reflejar el espíritu del momento. Todo lo contrario.
«Lógica inquebrantable»
En síntesis, Sargent y Sims son parte de la generación de los ’70s que llevó a la profesión de la economía en una dirección mucho más matemática, con más énfasis en el rol de las expectativas.
Sargent, en particular, se dedicó a explorar la consistencia interna de los modelos económicos: los resultados tenían que salir, con una lógica inquebrantable, de los primeros principios.
Su teoría postuló que, a diferencia de lo que se asumía en esa época, la gente no respondía pasivamente a los cambios impuestos por las políticas fiscales o monetarias. Sus modelos reconocen que la gente planea estratégicamente para tratar de asegurarse un mejor nivel de vida.
Así, por ejemplo, si un gobierno inyecta dinero en la economía, la gente anticipa que eso producirá inflación de manera que insistirá en un aumento de sueldo.
No obstante, según explica Flaunders, no había espacio para supuestos desordenados y casuales para forzar al modelo a ajustarse mejor a los hechos. Tampoco había mucho espacio, en los primeros modelos, para crisis financieras o para los aspectos de la naturaleza humana que los hacen más posibles.
Sin embargo, sería injusto decir, como el economista Paul Krugman dijo sobre esta escuela de pensamiento, que «confundía la belleza con la verdad». Eran demasiado sofisticados para eso. De hecho, en su trabajo más reciente, Sargent ha tratado de incorporar definiciones más realistas de la racionalidad humana.
Pero tanto Sargent como Sims están definitivamente del lado que dice que la belleza -consistencia lógica- necesita estar ahí primero. De otra manera, desde su punto de vista, la economía como ciencia no vale la pena.
Pero, ¿sirve?
La Academia Real Sueca de Ciencia dijo que Sargent mostró como macroeconometría estructural puede ser usada para analizar cambios permanentes en política económica, un método que puede ser usado para estudiar cómo hogares y compañías ajustan sus expectativas de acuerdo a los acontecimientos económicos.
Sims desarrolló un método basado en lo que se denomina «autorregresión de vectores» para analizar cómo la economía se ve afectada por cambios temporales en política económica y otros factores, como el aumento de las tasas de interés.
Su trabajo -explican los expertos- ha contribuido a la confección de modelos que se están usando ahora para determinar si los gobiernos deben cortar sus déficit o gastar más para sacar a la economía del hueco.
Sin embargo, el hecho de que existan estudios apropiados para comprender los avatares del mundo de las finanzas no implica que se pueda manejar su destino.
Cuando en clic una entrevista a Sargent de la Universidad de Nueva York, donde es catedrático, le preguntan si las cosas tenían que llegar a este punto, responde:
«En última instancia, esa es una pregunta sobre política, algo de lo que sé muy poco. Pero en términos económicos puros, las cosas podían haber sido diferentes».
Por su parte, Sims -en la conferencia de prensa de Estocolmo por teléfono- ante la pregunta de si su trabajo podía ayudar a resolver la actual turbulencia financiera, respondió que no tenía una respuesta sencilla.
«Pero yo pienso que los métodos que yo he usado y Tom ha desarrollado son esenciales para encontrar el camino para salir de este enredo», añadió.
Nobel de Economía
El nombre completo de este galardón es El premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Sveriges Riksbank es el banco central de Suecia.
El premio se financia con una donación hecha en 1968 por el banco, en ocasión de su 300º aniversario. Sims y Sargent comparten este año la suma de US$1’500.000.