Hace 10 años la explotación de petróleo en Colombia era un monopolio estatal inasequible para pequeñas empresas, ahorradores e inversionistas individuales. Con la democratización de Ecopetrol se dio un importante paso para que los colombianos pudiéramos ser socios de la más grande petrolera del país. Sin embargo, y a pesar de su valorización, no deja de tener su riesgo apostarle al sector de hidrocarburos invirtiendo en una sola compañía, por grande y sólida que nos parezca.
Al concentrar el riesgo del inversionista en un sólo nombre no hay diversificación o, como dicen las abuelas, ‘ponemos todos los huevos en la misma canasta’. Para la muestra, lo sucedido con BP; la tercera petrolera más grande del mundo vio cómo, en un abrir y cerrar de ojos su valor se redujo a la mitad y se enfrentó a la penosa labor de tener que vender muchos de sus activos para sobrevivir.
Todo por un evento inesperado y fortuito, que en el argot financiero se conoce como Cisne Negro. Colombia está en la fase temprana de una bonanza petrolera sin precedentes en su historia. No estamos hablando del descubrimiento de un gran pozo en algún lugar de nuestra geografía, sino del descubrimiento de un país petrolero para el mundo.
El atraso exploratorio y tecnológico que sufrimos por culpa de la situación de orden público se convierte hoy en una oportunidad. Estamos relativamente inexplorados. Además, los términos contractuales y nuestras posibilidades de prospección son de las mejores de América Latina, sólo comparables con Brasil.
Recientemente un experto en el sector me explicaba que en algunas regiones es tres veces más probable encontrar petróleo que el promedio mundial, y que nuestra estabilidad jurídica, tributaria y democrática haría que, antes de lo que creemos, nos convirtamos en una potencia petrolera.
Naturalmente, todas estas características tan especiales han atraído inversionistas extranjeros, que hace ya algunos años vienen incrementando sustancialmente la inversión directa en el sector. Para el 2010, se espera terminar con cerca de U$4.500 millones de inversión en hidrocarburos y una producción de 750.00 barriles diarios.
Se estima que para el 2015, la inversión extranjera en el sector habrá sobrepasado los U$40.000 millones y la producción habrá roto fácilmente el millón de barriles diarios.
Ecopetrol no es el único participante en este nuevo tablero de juego; de hecho, su intervención es levemente superior al 50 por ciento. El resto se reparte entre otras empresas en fase de maduración, que vienen dedicándose a la exploración y explotación en nuestro país con éxito, y que tienen planes de aumentar su participación de mercado rápidamente.
Es el caso de las canadienses Pacific Rubiales y Canacol, recientemente listadas en la BVC, y que el pequeño inversionista puede comprar fácilmente. Otros nombres de mucho potencial como Petrominerales, Gran Tierra y Alange operan aquí y, aunque sus acciones no cotizan aún en Colombia, pronto lo harán. Es ingenuo pensar en el futuro de este sector y creer que sólo habrá un jugador de peso.
No todos llegarán, pero habrá algunos que podrán convertirse en los campeones del negocio, aunque hoy no valen U$60 billones -según la apreciación del mercado-, sino un par de ceros menos. Para capturar esta oportunidad, y hacerla asequible para pequeños inversionistas, se han lanzado los fondos de inversión en el sector con distintos sabores y colores, pero con un objetivo en común: darle la oportunidad al ahorrador de participar de portafolios que contienen varios nombres de empresas petroleras con gran potencial.
El tablero de juego se ha abierto para el pequeño inversionista, es el momento de arrojar los dados y mover las fichas.
Fuente: Petróleo para pequeños inversionistas
FELIPE GAVIRIA FRANK
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