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La respuesta a esta pregunta sería casi obvia y trivial. Ganan los exportadores y pierden los importadores. También pierden quienes tengan obligaciones denominadas en dólares. Si bien es cierto que el peso colombiano se ha devaluado más de un 33% en los últimos 12 meses, lo que verdaderamente debe preocupar a todas las empresas cuyo modelo de negocio sea sensible a la tasa de cambio, es la volatilidad del dólar porque así como sube se seguirán presentando también escenarios a la baja.
Precisamente durante los últimos 12 meses hemos visto movimientos bruscos e impredecibles en la cotización de la moneda estadounidense. Justo a mediados de marzo cuando se cotizaba a niveles cercanos de $2,700 y se creía que antes de junio estaría en $3,000, sucedió lo contrario. En menos de dos meses perdió casi $317, o el equivalente de un 12%. El nueve de junio, en una sola jornada, retrocedió $54,49. Y hoy a media mañana ya perdía otros $48. Ante este escenario es irrelevante si una empresa importa o exporta; en cualquier caso corre el riesgo de incurrir en pérdidas significativas si no gerencia adecuadamente su exposición a la tasa de cambio.
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Aunque el panorama suene desolador, existen estrategias y herramientas que le permiten a las empresas mitigar el impacto de la volatilidad del dólar en sus resultados. En el sistema financiero colombiano se ofrecen distintos tipos de instrumentos derivados tales como forwards, swaps y opciones. Dependiendo del modelo de negocio de cada empresa, uno u otro instrumento será más efectivo y eficiente en mitigar el riesgo cambiario. Al final del día, se trata de darle predictibilidad al flujo de caja y asegurar el margen de utilidad.
Entonces la respuesta a la pregunta inicial, ¿quiénes ganan y quienes pierden con la subida del dólar?, la verdad es que solamente ganan los que se pudieron cubrir efectivamente de la volatilidad y garantizaron la rentabilidad de su negocio.
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