Reptiles en la bolsa

En una reciente conferencia para inversionistas, el consultor dijo una frase que parecía extraída de un documental de National Geographic:  “los inversionistas tenemos algo de reptiles”. Esto haciendo alusión a la emocionalidad  con que la mayoría de las personas toma sus decisiones financieras.

No sé. Quizá a algunos les empiezan a salir las escamas: se dejan llevar por la euforia cuando van ganando mucho más dinero del que se imaginaban y son las primeras en correr cuando empieza a ‘oler’ a toma de utilidades. Mi pregunta ahora es ¿Qué tan reptiles somos ó que tanto lo seremos con una bolsa local por la que a comienzos de año nadie apostaba una valorización superior al 15% y que hoy le coquetea a los 16.000 puntos? ¿acaso pararemos cuando los precios de las acciones inicien una devuelta y cuando se rompa cualquier límite de pérdida?

La teoría de Hugo Infante, un especialista en patrimonio familiar es que la dopamina, un neurotransmisor generado por el hipotálamo es el responsable de que surjan sentimientos como la euforia y también la ambición desmedida.

¿Será este el caso? ¿estaremos actuando como estos vertebrados?. Hoy, cansados de una rentabilidad inferior al 3% de un Certificado de Depósito a Término (CDT), los inversionistas pequeños y no sólo los fondos extranjeros y las AFP están viendo con mejores ojos las inversiones en bolsa. Y es que en un día fácilmente parecen ganarse lo que se obtiene en un año en un banco. ¿Qué tal el 30% de valorización general que tienen los títulos más representativos en lo corrido del año?

Para la muestra varios botones: acciones como Enka suben 131% en lo corrido del año, Biomax 115,34% y otros títulos como Aval (106%), Pacific (79,84%) y Ecopetrol (64,79%), han elevado sus precios por encima de cualquier pronóstico.

¿Caras ó en su precio justo? Gran parte de los analistas considera que hace rato las acciones más representativas superaron con creces los precios objetivos calculados por los analistas de bolsa, aunque en el mercado también hay quienes afirman que no se puede señalar que los títulos de renta variable estén costosos porque hacen falta argumentos para sustentarlo.

Pero más allá de adivinar, porque quien logre atinarle a la excesiva volatilidad que hay en los precios de las acciones debería estar pensando en ser el próximo Warren Buffet de la historia, hay que pensar con cabeza fría y tener claro que el cuándo parar es una decisión individual y que depende del grado de tolerancia al riesgo y de los objetivos de la inversión. O como dice un amigo, hay que tener una meta clara y no distraerse en el camino.

Tampoco hay que olvidar experiencias recientes para ser más conscientes a la hora de comprar o quizá de tomar utilidades motivados por los precios: en 2005, la bolsa subió algo más del 115% y tres años después hizo lo propio en más de 50%. A veces más allá de dejar en manos del hipotálamo nuestra ambición, hay que acordarse cuáles fueron los factores que nos motivaron a invertir y recordar además, que si no somos inversionistas profesionales es incongruente actuar como especuladores y no pensar en el largo plazo.

Por ahora, dejemos a los cocodrilos en el agua y acerquémonos a nuestra propia racionalidad a la hora de invertir.

Fuente:

Reptiles en la bolsa

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