El sector financiero de Colombia vive su momento de auge, a diferencia del sombrío escenario de la banca en los países desarrollados, y apunta a convertirse en un campo de batalla para actores extranjeros, al tiempo que las sólidas entidades locales buscan expandirse en la región.
Pero el interés va más allá de la banca colombiana e incluye el apetito por corredurías de bolsa de parte de firmas de Brasil, Chile, Perú y Estados Unidos, algunas de las cuales se concretaron en los últimos meses.
También está pendiente la venta de la unidad local del HSBC, como parte de su estrategia de abandonar algunos países; así como la eventual búsqueda de un socio estratégico para la mayor correduría de bolsa local, Interbolsa y la transformación de varias cooperativas locales en bancos.
El bajo nivel de bancarización en Colombia -de un 43,8 por ciento según la Corporación Andina de Fomento (CAF), inferior al 51,3 por ciento en promedio de Latinoamérica- es el principal atractivo para los jugadores internacionales que además elogian la regulación del sistema financiero.
Por otra parte, el crédito muestra un crecimiento anual que quintuplica al de la economía y existe sólo una pequeña participación del sector extranjero, que posee una quinta parte de los activos de la torta bancaria de unos 140.000 millones de dólares, equivalente a un 46,5 por ciento del PIB del país.
«Tenemos unas 22 solicitudes en trámite para constitución de nuevas oficinas de entidades financieras, oficinas de representación, otras son simplemente reestructuraciones, pero todas son entidades del exterior interesadas en el mercado colombiano», dijo a Reuters el máximo regulador del mercado, el Superintendente Financiero, Gerardo Hernández.
La joya regional
Un factor decisivo para el pujante mercado financiero colombiano fue la recuperación del grado de inversión del país este año, después de haberlo perdido una década atrás, que disparó la inversión extranjera directa y de portafolio, un apetecido botín para los intermediarios financieros.
«Colombia ha venido evolucionando de un esquema de banca especializada a uno que apunta hacia la multibanca. Este proceso ha permitido que nuevos participantes ingresen al mercado colombiano, motivados principalmente porque existen segmentos que no se han explotado en su totalidad», dijo una nota de la Asociación Bancaria de Colombia, Asobancaria.
El gremio destacó como únicas trabas para un mayor desarrollo de la banca los límites a las tasas de interés y un gravamen a las transacciones financieras que frenan la inclusión y la profundización, algo con lo que ya aprendieron a vivir las entidades que continúan reportando multimillonarias utilidades.
El saldo de la cartera neta de créditos en Colombia a octubre pasado subió un 24,4 por ciento anual a 93.672 millones de dólares muy por encima del 12 por ciento en que aumentaron las colocaciones en Chile, uno los mercados financieros más maduros de la región.
Mario Chamorro, gerente general del chileno CorpBanca, que la semana pasada concretó la compra del 95 por ciento de la filial en Colombia del Banco Santander por 1.225 millones de dólares, argumenta que el tamaño del mercado fue una de las razones para incursionar al país.
«Creemos que es el mejor país hoy en día en perspectivas en América Latina, tiene un tamaño de mercado mucho más grande del que tenemos en Chile en términos de población que pueda acceder en algún momento a servicios financieros y tiene una institucionalidad respetable, todo eso hace un ambiente muy atractivo para invertir», explicó Chamorro a Reuters.
Contrario al Santander que salió de su unidad local para fortalecer su posición de capital en medio de la crisis de deuda europea, el español BBVA anunció que busca expandir sus negocios en Colombia y Chile, en donde ya opera.
Este año el canadiense Scotiabank compró el 51 por ciento del colombiano Banco Colpatria por 1.000 millones de dólares; el Banco de Crédito del Perú adquirió también un 51 por ciento de la tercera mayor correduría de bolsa, Correval, al tiempo que se crearon cuatro nuevos bancos, entre ellos el chileno Banco Falabella y el ecuatoriano Banco Pichincha.
De adentro hacia afuera
La inversión foránea en el país permaneció varias décadas limitada por el conflicto interno y las acciones de las guerrillas izquierdistas, situación que cambió con una ofensiva militar que inició en el 2002 el ex presidente Alvaro Uribe con el apoyo de Estados Unidos.
Al tiempo que los extranjeros hacen gestiones para entrar a Colombia, los bancos más grandes del país miran con lupa la región para salir de compras, debido en parte a que están muy cerca de su límite de crecimiento local.
Uno de ellos es el Grupo Aval, el conglomerado de 35.000 millones de dólares del magnate Luis Carlos Sarmiento, con el que controla una tercera parte de la banca local.
A pesar de que Aval compró el año pasado por 1.900 millones de dólares el centroamericano BAC Credomátic, sigue explorando nuevas adquisiciones. El siguiente paso será inscribir las acciones del conglomerado en Wall Street el próximo año.
«En algunos de esos países empezamos a ver posibilidades de adquisiciones de otros bancos que pudiéramos eventualmente fusionar con los que ya tenemos allá para crecer nuestra presencia y en el Caribe empieza a surgir también posibilidades que pudieran ser interesantes», dijo Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente del Grupo Aval e hijo del magnate.
En la misma posición estarían sus dos mayores rivales locales, Bancolombia del poderoso Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) -que en el 2007 compró el Banagrícola en El Salvador- así como el Banco Davivienda, el tercero del país por activos que han manifestado su interés por expandirse.