A todo empresario un día le llega la hora, pero la hora de asociarse y aproximarse a sus clientes mediante un método muy común pero del que no se dispone de la información suficiente para saber como comportarse apropiadamente: la temida comida de negocios. Sí, no somos salvajes, pero unas pequeñas pinceladas servirán para abordar un encuentro fructíferamente.
La directora de Personas, Proyecto y Gestión del Instituto Águila de Consultoría de Gestión Avanazada enumera seis lecciones en América Economía.
1. Local
El empresario elige. Es recomendable escoger ambientes acogedores y más silenciosos, pues el ruido tiende a entorpecer la conversación. Si usted es quien reserva, conozca los gustos de su invitado, preocúpese de sus preferencias gastronómicas. Lo contrario puede generar situaciones bochornosas.
2. Vestuario
Sea hombre o mujer, apueste por la discreción. Ellas pueden combinar colores de moda, pero sin exagerar. Para ellos la ecuación pantalón, calcetín y zapato es esencial. Hay que huir del ‘efecto Michael Jackson’. Si el pantalón es oscuro, los calcetines deben ser también de este tono, y viceversa. Las combinaciones son cuestiones de etiqueta.
3. Olores
Los perfumes y otras fragancias también pueden convertirse en obstáculos para una comida de negocios. Tanto el exceso de perfume como el olor cigarrillo son desagradables.
4. Bebidas alcohólicas
Si el cliente ofrece, acepte, pero ¡ojo!, es solo un sorbo. Volver a la oficina en condiciones deplorables, tras una embriagada despedida con el cliente, no es la mejor forma de cerrar un trato. Recuerde: es más cortés dejar el vaso lleno, que avergonzarse por tomar de más y emborracharse.
5. Teléfonos
No conteste llamadas frente a él y no deje el teléfono sobre la mesa. Las opciones pasan por: si lo coge, disculparse porque esperaba una llamada importante, y por olvidar el dichoso aparato en lo más profundo de su bolsillo.
6. Asuntos
Quien guía la conversación es el cliente. Si él le invitó, es porque está interesado en su trabajo. Espere, entonces, que lo demuestre. Probablemente prefiere iniciar una conversación profesional a la hora del café y no durante el plato principal.
Y recuerde, el buen profesional sabe distinguir al cliente del amigo. No espere ser amigo del cliente. Una cosa es estar próximo y tener empatía, pero es distinto ser íntimo y hablar de asuntos personales. Por último, al concluir el encuentro, si tiene dudas sobre quién pagará la cuenta, recuerde que el responsable es siempre quien hizo la invitación a la reunión.