Desde afuera se ve todo muy fácil. Un emprendedor con una tecnología de moda y fondos de capital de riesgo se convierte en millonario a los 20 años.
Sin embargo, ahora existen pruebas de que esas start-ups respaldadas por capital de riesgo fracasan en una proporción mucho más alta que la que la industria suele mencionar.
Cerca de tres cuartas partes de las empresas respaldadas por capital de riesgo en Estados Unidos no devuelven el capital a los inversionistas, según un reciente estudio de Shikhar Ghosh, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
Comparemos eso con las cifras que lanzan los capitalistas de riesgo. La regla común es que sólo fracasan por completo tres o cuatro de cada 10 empresas nuevas. Otras tres o cuatro devuelven la inversión inicial, y una o dos producen ganancias sustanciales. La Asociación Nacional de Capital de Riesgo de EE.UU. calcula que entre 25% y 30% de las empresas respaldadas por estos inversionistas fracasa.
Ghosh apunta que la discrepancia se debe en parte a la falta de investigación en profundidad sobre los fracasos.
Sus hallazgos se basan en datos de más de 2.000 empresas que recibieron financiación de capital de riesgo, en general al menos US$1 millón, entre 2004 y 2010. También estudió las carteras de firmas de capital de riesgo y habló con gente de start-ups, dice. Los resultados fueron similares cuando examinó los datos de las empresas financiadas entre 2000 y 2010, agrega.
Los capitalistas de riesgo «entierran a sus muertos de forma muy silenciosa», señala Ghosh. «Hacen hincapié en los éxitos, pero de ninguna manera hablan de sus fracasos».
También hay diferentes definiciones de fracaso. Si significa la liquidación de todos los activos, en la que los inversionistas pierden todo su dinero, se calcula que fracasa entre 30% y 40% de las start-ups estadounidenses de alto potencial. Si el fracaso, en cambio, es definido como no obtener el retorno proyectado sobre la inversión —por ejemplo, una tasa de crecimiento de los ingresos específica o una fecha en la que se espera recuperar el dinero—, entonces fracasa más de 95% de las nuevas empresas, según la investigación de Ghosh.
El fracaso es a menudo más duro para los emprendedores que pierden dinero que han pedido prestado de tarjetas de crédito o de sus amigos y familiares que para los que recaudaron capital de riesgo.
«Cuando uno ha alcanzado la autosuficiencia de un negocio en el que no se extrae un salario y agota los ahorros que tiene, es una de las cosas más difíciles de hacer», dice Toby Stuart, profesor de la Escuela de Negocios Hass, de la Universidad de California en Berkeley.
Los capitalistas de riesgo realizan inversiones de alto riesgo y está dentro de sus cálculos que algunas fracasen, en tanto que los emprendedores que levantan financiación a menudo obtienen salarios, dice.
Daniel Dreymann, fundador de Goodmail Systems Inc., un servicio para minimizar el spam, mudó a su familia de Israel a EE.UU. en 2004, un año después de cofundar la empresa en Mountain View, California. La compañía recaudó US$45 millones en capital de riesgo de firmas como DCM, Emergence Capital Partners y Bessemer Venture Partners, y forjó sociedades con AOL Inc., Comcast Corp., y Verizon Communications Inc. En su mejor momento, en 2010, Goodmail tenía alrededor de 40 empleados.
Sin embargo, la empresa comenzó a tener dificultades luego de que su relación con Yahoo Inc. se desmoronara a principios de ese año, cuenta Dreymann. Un portavoz de Yahoo no quiso hacer comentarios al respecto.
A principios de 2011 se cayó una adquisición por parte de una empresa que forma parte de la lista Fortune 500. Poco después, Dreymann entregó las llaves de Goodmail a una liquidadora empresarial.
Todos los inversionistas de Goodmail incurrieron en «pérdidas sustanciales», dice Dreymann. Él ayudó a la liquidadora a devolver todo lo que pudo a los inversionistas de Goodmail, asegura. «Esa gente creyó en mí y me apoyó».
La forma en que ha manejado su compañía el emprendedor que fracasa, y qué tan bien ha trabajado con sus anteriores inversionistas, marca la diferencia en la capacidad para persuadir a los capitalistas de riesgo estadounidenses para respaldar sus futuras start-ups, dice Charles Holloway, director del Centro de Estudios de Emprendimiento de la Universidad de Stanford.
En general, las compañías no respaldadas fracasan con mayor frecuencia que las financiadas por capitalistas de riesgo en los primeros cuatro años de existencia, normalmente porque no tienen el dinero necesario para mantenerse a flote si el modelo de negocios no funciona, dice Ghosh. Las empresas apoyadas por capital de riesgo tienden a quebrar después de su cuarto año, una vez que los inversionistas dejan de inyectar más fondos, explica.
De todas las compañías, cerca de 60% de las start-ups sobreviven hasta el tercer año y alrededor de 35% hasta los 10 años, según estudios separados de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. y la Fundación Ewing Marion Kauffman, una organización sin fines de lucro que promueve el emprendimiento en ese país. Ambos estudios tuvieron en cuenta sólo sociedades anónimas con empleados. Además, las compañías que no sobrevivieron podrían haber cerrado sus puertas por razones diferentes a un fracaso, por ejemplo si son adquiridas o los fundadores se dedican a nuevos proyectos. Las empresas debilitadas fueron contabilizadas como sobrevivientes.
De las 6.613 empresas estadounidenses financiadas inicialmente con capital de riesgo entre 2006 y 2011, 84% se mantienen sin cotizar en bolsa y operando de forma independiente, 11% fueron adquiridas o realizaron una oferta inicial de acciones, y 4% quebraron, según Dow Jones VentureSource. Menos de 1% se encuentra en la actualidad registrada para salir a bolsa.
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Un secreto bien guardado: 3 de cada 4 start-ups fracasan