Cuando el Promedio Industrial Dow Jones alcanzó un nuevo récord el pasado marzo, Brent Kessel se levantó a las 3:30 a.m.
Pero el asesor financiero, que cofundó una firma que gestiona más de US$800 millones, no se levantó temprano porque estaba emocionado con el mercado. Se subió a una motocicleta en Mysore, India, para ir a una escuela de yoga donde se paró en un solo pie y colocó el otro detrás de su cabeza mientras cantaba sánscrito.
Kessel, quien se dedicó a responder correos electrónicos de sus clientes y colegas más adelante ese día, no le dio ese día mucha importancia al mercado alcista.
«Todo es transitorio, especialmente el nivel del mercado», afirmó Kessel, cuya firma Abacus Wealth Partners está en Santa Mónica, California.
Spencer Sherman, el otro fundador de Abacus, le enseña a sus clientes una técnica llamada «el respiro del dinero», para superar situaciones financieras difíciles: los clientes típicamente inhalan aire por tres segundos, aguantan la respiración por un segundo, y exhalan por seis.
Los que no son clientes pueden comprar el curso «The Money and Spirit Workshop» (algo así como El taller del dinero y el espíritu), disponible por US$66,97 en un sitio web que vende productos New Age.
Algunos clientes vienen a la firma a través de sus anuncios en el Yoga Journa l, que en su edición de abril 2001 mostró en su portada a Kessel alzando todo su cuerpo con las manos en el suelo y con sus piernas dobladas justo detrás de sus brazos en una postura de «cuervo» perfectamente ejecutada.
«Creo que la reacción muy común, incluso hace 15 años, habría sido, ‘Estos tipos son uno locos de California'», expresa Kessel. «Pero si viniera y fuera un cliente, encontraría que somos mucho más disciplinados que muchas otras firmas».
Kessel forma parte de una clase de asesores financieros que están sacando al yoga y la meditación del ashram y colocándolos en las hojas de cálculo. Los valores y enseñanzas de estas tradiciones orientales, indican sus promotores, imparten cierto tipo de sabiduría financiera que, entre otros beneficios, les permite mantenerse tranquilos durante crisis y realizar planes holísticos para sus clientes.
George Kinder, un planificador financiero certificado y maestro budista, es considerado por muchos el gurú de ese movimiento financiero de «atención mental», que ha guiado a los asesores que buscan añadir un elemento espiritual a sus prácticas.
El libro de Kinder de 1999, The Seven Stages of Money Maturity (Algo así como, Las siete etapas de madurez monetaria) aplica antiguos principios budistas conocidos como «las seis perfecciones», que incluyen paciencia y generosidad, a la administración contemporánea del dinero. Kinder más adelante desarrolló cursos de capacitación para «planificadores financieros de vida», que instruye a los asesores a enfocarse en los objetivos de vida del cliente y a escucharlos de manera empática.
La tradición es más antigua de lo que podría parecer. La integración del yoga y el dinero se ve en la historia oriental, dice Mark Singleton, quien escribió su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge sobre la historia del yoga moderno.
Aunque muchos yoguis antiguos renunciaron a las posesiones materiales, otros usaron el yoga para obtener dinero e influencia. «Eran los corredores de poder de la India medieval…», indica Singleton.
La cantidad de planificadores que han realizado al menos uno de los programas de Kinder, que siempre incluyen meditación en grupo, se ha más que duplicado en los últimos cinco años a más de 2.000, dice. Hasta ahora, 307 han obtenido la mayor designación de «Planificador Registrado de Vida», frente a unos 100 hace cinco años.
«La gente sale de nuestra capacitación emocionada», dice Kinder. «Eso es muy parecido a un retiro muy profundo de yoga o meditativo. Te metes tan profundamente dentro de ti mismo que brillas».
En Abacus, Kessel y Sherman utilizan una estrategia de planeación financiera influenciada por Kinder, y dicen que compran acciones y bonos con base en investigación en lugar de «emociones y recomendaciones». Normalmente prefieren fondos indexados pasivos en lugar de fondos activamente gestionados, y, a diferencia de los inversionistas que huyeron de la bolsa durante la crisis financiera, dicen que compraron acciones el día que el mercado tocó fondo en 2009, una gestión que la firma atribuye a un reequilibrio disciplinado.
Algunos asesores financieros se deleitan en las revelaciones del yoga.
Mientras practica una postura en un solo pié, Rick Salmeron, un planificador financiero en Dallas, dice, piensa en sus clientes, aquellos que «no pueden evitar sentirse atraídos por Apple a US$600 la acción o el petróleo a US$140 el barril».
Salmeron recientemente consideró realizar una clase de yoga Bikram para sus clientes, aunque solo una fracción de ellos son practicantes regulares. «Invertir es muy emocional. El yoga mantiene todo equilibrado», señala.
Otros asesores intentar ser más discretos sobre la influencia del New Age en su trabajo. Nicholas Lee, de Worcester, Inglaterra, medita y emplea fielmente un cuaderno con las palabras «inhala» y «exhala».
Pero dice, «no puedes poner un letrero afuera de tu oficina que diga, «Hola, soy un planificador financiero de vida. Hago yoga y meditación’. Siempre soy un poco cuidadoso hablando al respecto. Uno puede aparecer excéntrico muy rápidamente».